¿Y LA SALA IV? ¡ME VALE!
AL FINAL, EL DIRECTOR DE UNA ESCUELITA UPALEÑA SE SALIÓ CON LA SUYA….. COMO ES TAN COMÚN EN ESTE PAÍS DEL PURA VIDA.
Luis Montoya Salas
Comunicólogo
Aquel director de la escuelita upaleña (circuito 4) sabía de qué hablaba, cuando le espetó a una mamá: “Acúseme las veces que quiera, con los recursos de amparo que le dé la gana. Aquí, yo soy intocable”.
Y por hacer caso omiso de esta amenaza, la madre upaleña recibió dos (simbólicas) boletas. La primera, de frustración; la otra, de impotencia; y de feria, la angustiosa espada de Damocles pendiente sobre el futuro profesional de sus hijas, por causa de la de-formación que en la actualidad están recibiendo.
Aún y con lo doloroso que resultan tan humanas y cotidianas preocupaciones (inherentes a todo padre de familia responsable), más difícil para esta madre fue digerir cómo las resoluciones 2007-17326 y 2009-17314 de la magna Sala IV en contra de ese director se “cebaron” en la telaraña burocrática del sistema educativo, organizado en debidos procesos, plazos y comisiones jurídicas, órgano instructor, régimen disciplinario, etc.
Luis Stuhlman explica este fenómeno en su artículo “Marketing y comunicación de gobierno (61:2001): “en la burocracia interesan los procedimientos y no los productos ni los resultados”. Y agrega: “La organización burocrática es un tipo de administración caracterizada por todo tipo de disparates siempre que se cumpla la norma. Así, la pregunta no es ¿sirvió o no sirvió? La jerarquía pregunta ¿se cumplió la norma?” Si el resultado es un desastre, no importa. El problema es si hay o no hay control.
El hecho aquí reseñado ocurrió en una escuelita upaleña afincada en un pueblito de apenas 800 habitantes de una de las zonas más deprimidas de Costa Rica, con escasa influencia político-electoral y sin la menor posibilidad de merecer una mención en la prensa.
Y si una resolución de la Sala IV que afecta el derecho constitucional a una educación de calidad de dos estudiantes no tiene ningún valor periodístico, ¿no sería acaso lógico pensar en la existencia de dos Salas Cuartas: la del poder sobredimensionado por los hechos de gran magnitud e impacto noticioso con su efecto real sobre la macro sociedad (vg. TLC, Las Crucitas); y la Sala IV de las minucias cotidianas que ocurren en la Costa Rica marginada, deprimida, abandonada, invisible y estorbosa, por sus estadísticas negativas?
Y ante los desplantes del director de esta escuelita, a quien el Ministro Garnier otorga crédito por recomendación de sus asesores, ¿no sonaría como música angelical, el pensamiento humanista del máximo jerarca de la educación, publicado en La Nación del 19 de julio 2010? “Educar para la ética, educar para el amor”, predica el Ministro.
Está visto que el Ministro desconoce la realidad de los 97 niños de esta escuelita, que reciben apenas 20 lecciones por semana, que no cuentan con ninguna herramienta tecnológica, que carecen de actividades recreativas y culturales para cultivar “una vida buena y plena, una vida trascendente” (…) “con el imperativo estético de expresarnos mediante creaciones artísticas que nos conmuevan” (Garnier, artículo citado).
Y cuando en otra parte de su artículo el Ministro escribe: “Pero cuidado, porque si algo es evidente para los estudiantes, es la falta de congruencia entre el discurso y la práctica: los jóvenes fácilmente detectan los ´sepulcros blanqueados´ que sientan cátedra moral en el aula mientras demuestran lo contrario con su vida y sus hechos” ¿estaría apuntando, por coincidente obviedad hacia aquellos educadores que imponen su autoridad en el aula, en tanto su vida privada viaja a la deriva, repartiendo irresponsabilidad, vulgaridad, desatino e irrespeto?
Y mientras el director administra su escuelita upaleña al mejor estilo de los gamonales, (una práctica muy común aquí en Upala y contra la cual ha debido luchar fuertemente el actual alcalde) los procesos de enseñanza-aprendizaje y el conocimiento de 97 alumnos, 8 maestros y un conserje, la madre, que un día se atrevió a desafiar la autoridad de un director protegido por la burocracia institucional local, no sólo perdió el dinero de sus viajes a San José (pues hasta conectarse telefónicamente con la Sala IV es un asunto de probabilidades); también modificó radicalmente la percepción favorable que le inspiraba el respeto atemorizante del poder constitucional.
En cuanto al Ministro Garnier, un párrafo en particular de su escrito resulta profético: “… Esto no es fácil en el mundo en que vivimos, un mundo incierto y cargado de temores, presiones y tentaciones que fácilmente nos empujan al egoísmo malsano, al engaño y la envidia; a la autocomplacencia, a buscar el éxito sin importar los medios y sin importar a quién lastimemos en el camino; en fin, un mundo en el que pareciera que todo se vale...” (analogonluis@yahoo.es)
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