SI USTED QUIERE CONOCER A VILLALTA …
Luis Montoya Salas
Comunicólogo
Conocer va más allá del mirar.
“Sólo transmitimos residuos de nuestras experiencias”.
Vilem Flusser, sociólogo finlandés.
Miles de costarricenses habremos visto de manera esporádica su imagen fotográfica en la prensa y su tele imagen en los noticiarios. Pero nada más, porque conocer va más allá del mirar.
Es cierto que la exposición a los medios de difusión colectiva se traduce en una impresión aparente de conocer a alguien. Pero esa percepción es engañosa e incompleta; pues, como afirma Vilem Flusser, sociólogo finlandés, “sólo transmitimos residuos de nuestras experiencias”.
Por otra parte, algunos teóricos de la comunicación política sostienen que la imagen de un líder se gesta mucho antes del arranque oficial de los procesos pre y electorales. Así, en campaña, solo se reorienta y especifica el objeto de su exposición a los medios informativos. Este hecho explicaría por qué Johnny Araya se encuentra en el primer lugar de las encuestas sin haber invertido un solo centavo en campaña, pues en su haber tiene 20 años de “campaña” como ex alcalde de San José.
Pero no basta con llevar camino andado. Pues en asuntos electorales cualquier frase dicha al vuelo y de manera no- pertinente provoca impredecibles traspiés. Tal es el caso del Dr. Rodolfo Hernández cuando sugirió que podrían pagarle más de 6 millones de colones por mes, como candidato a la presidencia por el PUSC.
Y es que, en Occidente, el electorado ha aprendido a percibir con más fineza las trampas de la propaganda y la publicidad política. De ahí que se incline a favor de una estrategia de imagen y comunicación construida sobre criterios de verdad, calidad, precisión, sencillez, honestidad y conocimiento, más que por las características físicas, gestuales y presencia dominante en los medios de difusión colectiva. El ejemplo más evidente de esta nueva tendencia del electorado nos lo ofrece el presidente de los EEUU, Barak Obama, con su primera incursión en la política norteamericana.
Así, el “espíritu de los tiempos” nos indica que la forma de hacer política tradicional terminó.
Hoy, el monstruo apocalíptico creado a partir de hipotecas “basura” por la avaricia de banqueros norteamericanos y transnacionales obliga a sustituir las frases estereotipadas de antaño por planteamientos rigurosos, propuestas creativas, mensajes comprometidos que alienten a los ciudadanos en su necesidad de salvaguardarse emocionalmente de la incertidumbre mundial. Y esto no necesariamente implica utilizar un lenguaje complejo. La imaginación es más poderosa que la realidad. Por tanto: cuando enfrentamos estados inéditos de incertidumbre y desesperanza, nunca antes vividos, la única opción posible de estrategia electoral es dirigir recursos materiales, humanos, cognoscitivos y tecnológicos para confortar a los electores suministrando antídotos verbales cargados de optimismo que nos protejan del miedo paralizante muy propio (como defensa primitiva) de los tiempos convulsos e inciertos de este nuevo milenio.
Resulta entonces obsoleta y onerosa, la tendencia narcisista de aquellos candidatos que optan por partir de CERO en sus campañas electorales, con un “Quizás usted no me conozca” o este otro: “Si quiere conocerme…” pues la velocidad con la cual avanza el tiempo cronológico hace obsoletas estas tácticas tradicionales.
Cada centavo invertido en propaganda vale su peso en oro, como para desperdiciarlo en frases vagas que poco le aportan a un pueblo sediento de respuestas firmes y contundentes, en labios de quienes postulan su nombre al más alto cargo del país: la Presidencia de la República.
Eso sí: el mejor indicador para medir la capacidad de gestión de un candidato presidencial es su propia campaña electoral. Digamos que ésta se convierte en un espejo en el cual, al igual que el cuento de la Bella Durmiente del Bosque, nos dirá quién es el candidato idóneo para llegar a la Silla Presidencial.
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