domingo, 21 de octubre de 2012

ACERCA DE LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL DE NUESTRAS VIDAS

ACERCA DE LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL DE NUESTRAS VIDAS
Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo
Gran parte de los últimos momentos de la muerte son descritos por quienes regresan de este proceso natural como una luz intensa, enceguecedora, al final de una forma semejante a un túnel. Algunos son atraídos y absorbidos por esta luz y mueren. Otros regresan para cumplir designios pendientes.
Para quienes “resucitan”, literalmente es una oportunidad única en la vida. Si la cumplimos,  o no,  es asunto del libre albedrío. Y este libre albedrío es la oportunidad que El Creador nos da de tomar pleno control de nuestra vida, sabiendo lo frágiles que somos; pero sobre todo,  es el momento para superar el estado en el que nos encontrábamos antes de ese momento de destello de luz  y reencontrarnos con nuestro pasado y reconciliarnos con todo cuanto hemos vivido y sufrido.
Este fuerte destello coincide con un rápido ejercicio de retorno a los orígenes de nuestras historias de vida. Es como si abriéramos un sinfín de gavetas cada una correspondiente a un recuerdo de nuestro pasado.
En nuestro cerebro, en nuestra mente están registrados y clasificados los  hechos de nuestra  vida. Ahí están atrapadas nuestras melancolías y nostalgias, nuestros momentos felices, como también los momentos atrozmente  tristes.
Los momentos están asociados a hechos específicos como nuestro primer día en el kínder, en la escuela, en el colegio. Nuestra primera fiesta de cumpleaños, la primera comunión, el primer regalo navideño,  los hechos más simples de nuestra vida como cuando aprendimos a andar en bicicleta; pero también los más complejos,  como cuando empezamos a preguntarnos sobre los cambios hormonales en nuestro cuerpo.

                 Los más dolorosos están más escondidos. Y en cuanto más dolorosos, más escondidos. Pero el que estén escondidos no quiere decir que no existan. Al contrario. El no saber que ahí están interfiere en la realización plena de nuestra vida. Y salen a flote cuando enfrentamos situaciones emocionales muy fuertes, como la pérdida de un pariente, una ruptura emocional de noviazgo, una decisión  que nos hiere.
                 Los resentimientos, los odios, la culpa, la sensación de vacío que produce incertidumbre, miedo, tristeza, agresividad, insatisfacción son el resultado de aspectos de nuestra vida escondidos que nos afectan, sin saber por qué.
                 Pero no debemos esperar el momento de la luz brillante del último tramo del túnel de nuestra vida. En algún momento del día, de la semana o del mes debemos hacer una pausa. Dejar de lado la tv,  el  celular y pensar en nosotros mismos. ¿Quiénes somos? ¿Cómo hemos administrado el tiempo que nos fue dado en el momento de nacer?  ¿Qué queremos y qué podemos hacer  por nosotros mismos,  con nuestros recursos materiales y espirituales  actuales?  Busquemos un lugar específico y un momento propicio para realizar este ejercicio de esculcar en nuestro pasado. Preparémonos, eso sí, para soportar el shock que produce este ejercicio de reconciliación con nuestro pasado.
            La respuesta no es para después.  Retrasarla sólo hace más pesados los días, porque nada de lo que debamos vivir  puede ser más fuerte y doloroso que lo ya vivido. Sincerarnos con nosotros mismos nos hace más seres humanos, nos ayuda a liberarnos  de ese pesar y angustia que doblega la espalda cual 200 gorilas. 
Quizás, al final de este proceso terminemos con mucha más rabia contra nosotros y contra nuestros seres queridos. Pero es a partir de este momento cuando aprendemos a perdonar.  Pues debemos saber que ninguna persona que nos ame, como nuestros padres o hermanos, o amigos verdaderos nos harán daño por voluntad consciente.  Quizás, más bien, creían hacernos bien, pero no sabían cómo. Entonces cambiaremos el llanto de dolor  por el llanto liberador y nos sentiremos más aliviados y veremos la lluvia como una bendición que fertiliza la tierra y el calor upaleño, con el sudor que genera como el mejor purificador de nuestra piel.

            Entonces aprenderemos a ser más tolerantes. y aceptaremos que, si un día sí y otro también sólo tenemos  plátanos maduros y café para el desayuno, esos días traerán su afán; pero otros días también traerán la recompensa ante el sacrificio aceptado con gozo. Es asunto de actitud, de certeza, de fe, como nos lo recuerda el cantautor cristiano Marcos Vidal en su tema musical Consejo.

“No busques en otras corrientes, si no quieres tristeza en tu corazón; no culpes al cielo, a otros de tu situación; no edifiques tu casa sin antes saber si cuentas con qué empezar y terminar. No frunzas el ceño cuando perdonas, hágalo de corazón. No tengas miedo de decir la verdad. Agradece la lluvia y planta una flor. Y si tropiezas, aprende a recomenzar. Es mejor ser honesto y empezar de cero, que hacer trampa buscando un atajo, pues a Dios










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