SOBRE LA LECTURA DE ROSTROS.
"Muéstreme a un hombre de 40 años que no sea responsable de su cara…"
Objetivo:
Aprender a reconocer ciertas expresiones faciales como indicios de rasgos básicos y de estados de ánimo o actitudes habituales.
Introducción.
La lectura de rostros se remonta al tiempo de Aristóteles (384-322 a.C). La fisonomía es la ciencia que estudia la estructura emocional, temperamental y caracterológica de las personas a partir de sus rasgos faciales. Este arte se funda en la creencia general de que hay una íntima conexión entre los rasgos y la expresión de la cara y las cualidades los hábitos de la mente". Así por ejemplo, Johann Kaspart Lavater (1741-1801) sostenía que el hombre interior se revela a través de signos externos. Estaba convencido de que la apariencia de las personas está modelada por los hábitos particulares del pensamiento y de que los diferentes caracteres se distinguen por una particular conformación y combinación de los rasgos.
Pero la fisonomía perdió vigencia a partir del siglo XVIII al confundírsele con la frenología, una teoría sin ninguna base científica, pues sostenía que "los contornos externos del cráneo (los chichones) revelaban los talentos especiales y los rasgos del caracter de una persona" (Franz Joseph Gall, alemán.1758-1828). La frenología enseñaba que las facultades de la mente se manifiestan en unas treinta porciones separadas del cerebro, asociadas a determinadas facultades. El desarrollo de cada facultad mental era juzgado por la forma del cráneo que cubría esa posición particular.
La fisonomía es nuevamente retomada, primero, en Alemania en la década de 1930 y España, por el Dr. Wolf, connotado investigador alemán para brincar en la década de 1940 a las universades norteamericanas como Harvard, Columbia con los norteamericanos Gordon W. Allport, gran psicólogo norteamericano de Harvard; P.E. Vernon; Huntley; Knigt; Dunlap, etc. Los dos últimos, por ejemplo, estudiaron las expresiones faciales centradas en la forma y las características de la boca.
Otro obstáculo enfrenta la fisonomía en la década de 1950, con la pérdida de interés en este tema por parte de la psicología y la psiquiatría norteamericanas, en particular del conductismo y del psicoanálisis y la prioridad otorgada a las técnicas proyectivas sobre las expresivas.
Hoy es posible complementar el abordaje empírico (en tanto que intuitivo e instintivo) con el impresionante avance de la Neuropsicología y el desarrollo del Psicoanálisis, la Psicología de la Gestalt y la Psicología conductista, para complementar, contrastar, comprender y explicar por ejemplo, factores concernientes al caracter y a su expresión emocional, cognitiva, conductual, fisiológica y anatómica…
PROCEDIMIENTO PARA LA LECTURA DE ROSTROS.
Se construyó un instrumento (adjunto) a partir de 4 variables básicas: los dos hemisferios cerebrales y las transmisiones genéticas de los progenitores. En el primer caso, debido a las características y funciones de cada hemisferio. (El derecho: intuición, imaginación creativa capacidad de percibir una impresión general. Más involucrado con el simbolismo y la metáfora. Percepción de las relaciones espaciales. Elaboración de imágenes visuales en los sueños. Más emocional, visceral, intuitivo y sentimental. El izquierdo: lógica, lenguaje, habilidad matemática, pensamiento abstracto, pragmático, soluciona problemas)
Por otra parte, el hemisferio derecho tiene mayor influencia sobre el lado izquierdo del cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. En cuanto al hemisferio izquierdo, se manifiesta del lado derecho del cuerpo.
Se podría sugerir, entonces, que las emociones más profundas, los sentimientos viscerales que son la actitud básica de una persona hacía sí misma y hacia la vida en general emanan del hemisferio derecho y se expresan más fácilmente en el lado izquierdo de la cara. Las respuestas más controladas o conscientes: la máscara social civilizada originada en el hemisferio izquierdo, más orientado a la realidad, se dibujan mejor en el lado derecho de la cara. Así, aunque el caracter subyacente tienda a aparecer más en el lado izquierdo de la cara, éste no es necesariamente el lado que se registra con más intensidad en la percepción del observador. De hecho, existe evidencia empírica de que lo opuesto es verdad: CUANDO DOS PERSONAS SE PONEN FRENTE A FRENTE, EL OJO DERECHO DE CADA UNA DE ELLAS SE DIRIGE PRIMERAMENTE AL LADO IZQUIERDO DE LA CARA DE LA OTRA PERSONA.
El ojo izquierdo es guiado por el hemisferio derecho y es probablemenbte, el más agudo en términos de percepción. Este ojo más agudo se enfrenta al lado derecho del otro, de modo que este lado pareciera ejercer mayor impresión sobre el observador. Pero el ojo derecho, conectado a la mitad izquierda del cerebro, más relacionada con la lógica se enfrenta al lado izquierdo. Se explicaría así, la dificultad que tenemos para percibir las emociones subyacentes del interlocutor, en nuestros actos de comunicación cotidiana.
Dos hallazgos recientes de los estudios sobre fisonomía sugieren, sin ser contradictorios, que en todo acto de comunicación entre dos personas: a) existe mayor probabilidad de que el lado derecho de la cara influya más que el lado izquierdo, sobre la percepción total del rostro; b) el enfrentamiento del ojo (de una persona), menos perceptivo, con el lado derecho de la cara (de otra persona), más enmascarado, puede reflejar un aspecto adaptativo, como si se le estuvieran escondiendo emociones más básicas, a ese ojo del interlocutor.
Por otra parte, el examen repetido de rostros, tanto de hombres como de mujeres revela ciertos patrones generales. Ha resultado, por ejemplo, que la mitad derecha de la cara a menudo aparece más agradable, sensible, vulnerable o abierta en su expresión. La mitad izquierda tiende más seguido a reflejar los aspectos ocultos, serios, firmes o deprimidos de la persona y parece reflejar el lado más siniestro de su caracter. Es más probable que el lado izquierdo de la cara registre las emociones negativas, mientras el lado derecho tiende a reflejar la parte más positiva (pero no necesariamente falsa) de la personalidad). Se ha sugerido, además que el lado izquierdo del rostro es más privado y que el lado derecho más público. Ante la gran variabilidad entre las personas puede ser más seguro decir que si alguien tiene la mitad izquierda agradable y la mitad derecha rígida y enojada, su disposición original es quizá agradable; puede haber desarrollado el aspecto rígido de enojo más adelante en su vida, en respuesta a experiencias y situaciones específicas.
Por lo demás, debe subrayarse que el significativo contenido de conjeturas supradichas tiene una base fisiológica que la sustenta. Y es que por debajo de la piel del rostro existen tejidos musculares sometidos constantemente a la tensión muscular de diversa magnitud. Es la configuración de esos tejidos resultante de nuestras respuestas expresivas a los constantes y diversos estímulos del entorno los que determinarán en un grado importante las características faciales revelando nuestro temperamento y caracter. En suma, nuestra personalidad, nuestra identidad, nuestra imagen física
Finalmente: descartando la cirugía plástica poco o nada podemos hacer el rostro. Pero si apreciamos el valor persuasivo de las únicas partes de la cara sobre las cuales podemos intervenir conscientemente: los ojos y los labios reduciremos notablemente los errores de percepción en nuestras relaciones interpersonales.
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