El título sugiere que todas nuestras acciones proyectan en los demás lo que somos y quienes somos, al igual que el espejo.
domingo, 15 de agosto de 2021
Uno de los días mejor recordado en un orfelinato: el día del purgante de Astor.
HISTORIAS DE VIDA, CIRCUNSTANCIAS DEL TIEMPO. El día del purgante Castor (ricino) Dr. Luis Montoya, comunicólogoLas Hermanas de la Caridad Vicentinas del Hospicio de Huérfanos de San José purgaban a todos los 100 y tantos niños con aceite castor (ricino) una vez al año. No a todos al mismo tiempo, por supuesto. Después de la misa de las 6 a.m. y con sólo la Hostia en el estómago, íbamos de 10 en 10 directamente al dormitorio. Ahí, una servidora nos llevaba el frasquito color ámbar que tomábamos “cor cor cor”; después de lo cual nos envolvíamos en las cobijas, a esperar. Como a las 9 de la mañana, una monjita, o sor como le llamábamos nos servía un atol de maicena bien cargado y caliente. Almorzábamos galletas de soda y una sopa con algo de arroz. Rondando las 3:00 p.m. la servidora nos llevaba leche con café, de lo blanco que se veía en la taza y, esta vez, las galletas eran María, de Pozuelo. Y a las 6:00 p.m. después del rosario y el Ängelus, una ración de algún tubérculo: papa, camote, chayote y una pizca de arroz. Y así terminaba el día del purgante. Contrariamente a lo que cualquiera pudiera pensar, esperábamos ese día era con grandes ansias y expectativas. Sería el único día, en todo el año, que recibiríamos una atención personalizada, con alimentación diferente al arroz guacho con tortilla gruesa de masa cocinada con manteca de cerdo, fría y agria., y el dulce de zanahoria como postre. Una vez al año, dejábamos de ser los sin nombre para convertirnos en privilegiados.
jueves, 12 de agosto de 2021
LOS VALORES INTANGIBLES DE LA EDUCACIÓN QUE SE PERDERÁN, IRREMISIBLEMENTE.
LOS VALORES INTANGIBLES DE LA EDUCACIÒN.
A lo largo de más de 60 años de estudiar (desde la escuela, hasta la fecha) me he convencido de las bondades que tiene la enseñanza formal en los individuos: sin orden prioritario señalo: la disciplina mental de obligar al cerebro a aprender y cumplir tareas; la disciplina como valor para asistir a clases a pesar de las adversidades económicas, naturales (lluvias), la rigurosidad intelectual en la preparación para aprobar los exámenes y realizar investigaciones; la enseñanza-aprendizaje para preparar defensas públicas, primero en el aula, luego ante un tribunal y aprobar, lo que nos da certeza para realizar trabajos similares. Conocer temas antes ignorados, países, culturas, doctrinas, autores, corrientes de pensamiento, innovaciones técnicas y tecnológicas.
Pero sobre todo, ese super ejercicio de alto poder mental de leer, descubrir, decodificar, interpretar y transmitir.
El refrán dice EL QUE ESPERA, DESESPERA. Yo le doy vuelta y creo, por fe, por certeza, por experiencia que saber esperar cuando todo parece indicar lo contrario es lo que nos mantiene aferrados al éxito. No es una fórmula mágica, ni una frase suelta, en verdad tiene un sentido. Porque la espera es humana, es temporal, es de un momento, la esperanza es una promesa cuántica. Sin tiempo ni lugar, sin ambigüedades ni engaños. A un hombre muy próspero y rico le preguntaron cómo había alcanzado su riqueza y lo resumió en 6 palabras ESPERAR EL MOMENTO Y EL LUGAR APROPIADOS
Historias de vida, circunstancias del tiempo.
ACOSO EN EL CUARTO PISO DEL EDIFICIO DE AULAS. DIGO: “PIROPOS”
Dr. Luis Montoya Salas, comunicólogo.
Punset, E. (2008) en su obra Por qué somos como somos no comprende (y nosotros con él) “cómo los seres humanos durante los años 70-80 (lo que fue una fuente de amargura indecible) logramos sobrevivir sin saber nunca qué nos pasaba dentro, por qué nos comportábamos como lo hacíamos cuando estábamos emocionados, acosados por el miedo o la indiferencia. Estábamos como dormidos, éramos autómatas manejados por hilos invisibles. ¿Adormecimiento en respuesta a los efectos de dos guerras mundiales? ¿A la gran depresión y a la influencia inconsciente del miedo circulando por el mundo a causa de la Guerra Fría? Lo cierto es que nuestra actitud, nuestro comportamiento era primitivo y por tanto mecánico. En ese entonces, para catedráticos universitarios el acoso era una forma de piropear a las estudiantes.
Recién llegado de Francia, a principios de los 80 me integro a la Escuela de Periodismo, conocida como ECCC. Nunca antes había enseñado, pues siempre fui funcionario administrativo; en cuenta Administrador del Semanario Universidad.
Me asignaron una oficina en el cuarto piso del antes conocido Edificio de aulas. En el corredor se escuchaban frecuentes piropos emanados, en su origen, de unos ojos con anteojos fisgones trasladados a labios que espetaban frases lascivas del tipo “…hoy escondes un hilo dental rojo” ummmmm O bien, “qué faldita más provocadora y sexy”; o “por encima de tu blusa se te ven esos talladorcitos blancos”, etc.
Esas frases martillaban mis oídos en una disonancia sin par; pues mi proceso socializador se alimentó de rosarios y misas. Particularmente de las misas de todos los días a las 6 a.mcuando tenía enfrente la imagen sacra de la Virgen Poderosa; mirada lánguida, melancólica casi, con mejillas siempre de un rosado fresco y mañanero, sus cabellos escondidos por un velo blanco sostenido por una corona dorada que también cubría todo su cuerpo.
Siempre creí estar enamorado de la Virgen de mi infancia. Ella me extendía sus brazos llenos de rayos de luz, pequeñas bombillas colgando hasta la base de la estatua. De tanto mirarla, en una capilla cargada de olores a incienso, a perfumes finos de las damas que asistían a misa, de música sacra emanando del viejo órgano de la capilla, en la edad de la curiosa e instintiva búsqueda en el imaginario del complemento genético parental… nació en mí una obsesión por buscar en todas las mujeres esas proyecciones místicas que las hacían intocables, respetadas, protegidas, inalcanzables. Sí, era una estatua de labios sensuales susurrando compasión y misericordia para con los demás. De acuerdo con Punset mi obsesión sería inexplicable de comprender.
Ignoro, si las alumnas se burlaban en otros espacios “del viejo verde”. No obstante, quizás la paradoja del poder lograba que su oficina siempre estuviera alegre y llena de visitas femeninas.
miércoles, 23 de junio de 2021
HISTORIAS DE VIDA, CIRCUNSTANCIAS DEL TIEMPO
HISTORIAS DE VIDA, CIRCUNSTANCIAS DEL TIEMPO. El día del purgante Castor (ricino) Dr. Luis Montoya, comunicólogoLas Hermanas de la Caridad Vicentinas del Hospicio de Huérfanos de San José purgaban a todos los 100 y tantos niños con aceite castor (ricino) una vez al año. No a todos al mismo tiempo, por supuesto. Después de la misa de las 6 a.m. y con sólo la Hostia en el estómago, íbamos de 10 en 10 directamente al dormitorio. Ahí, una servidora nos llevaba el frasquito color ámbar que tomábamos “cor cor cor”; después de lo cual nos envolvíamos en las cobijas, a esperar. Como a las 9 de la mañana, una monjita, o sor como le llamábamos nos servía un atol de maicena bien cargado y caliente. Almorzábamos galletas de soda y una sopa con algo de arroz. Rondando las 3:00 p.m. la servidora nos llevaba leche con café, de lo blanco que se veía en la taza y, esta vez, las galletas eran María, de Pozuelo. Y a las 6:00 p.m. después del rosario y el Ängelus, una ración de algún tubérculo: papa, camote, chayote y una pizca de arroz. Y así terminaba el día del purgante. Contrariamente a lo que cualquiera pudiera pensar, esperábamos ese día era con grandes ansias y expectativas. Sería el único día, en todo el año, que recibiríamos una atención personalizada, con alimentación diferente al arroz guacho con tortilla gruesa de masa cocinada con manteca de cerdo, fría y agria., y el dulce de zanahoria como postre. Una vez al año, dejábamos de ser los sin nombre para convertirnos en privilegiados.
lunes, 1 de febrero de 2021
RADIOGRAFÍA REAL DE UNA ESTAFA CALLEJERA
Dr. Luis Montoya Salas, Comunicólogo
Apuntes breves
Una estafa se produce cuando el perpetrador responde al siguiente perfil: 1. Exhibe habilidades, destrezas y actitudes comunicacionales. Se incluye el aprendizaje de enfrentar y confrontar a su presa, indistintamente de sus características físicas, cualidades intelectuales o morales. 2. Construye, instintivamente, un previo perfil sobre el entorno del candidato a estafar: a) educación, bondad, ingenuidad, recursos económicos del candidato a la estafa. 3. Posee una Intuición para identificar la oportunidad y el tiempo de ejecución de la estafa. 4. La “presa” no es capaz de mentir. Tampoco es un estafador.
PROCESO EJEMPLIFICADO DE LA ESTAFA:
PRIMER PASO: EL EFECTO SORPRESA
Un martes cualquiera al bajarme del bus Upala-San José en la parada Los Pulmitan de Liberia en la capital, me saluda un desconocido de estatura media, con unos kilos de sobra, ropa sencilla, pantalón gris sin faja y camisa verde desteñida. Y sin pronunciar mi nombre me pregunta a boca de jarro, como dicen. ¿Pero no me reconoces? ¿No te acuerdas de mí? Soy el hijo de Carlos Rodríguez de Upala. Lo miro detenidamente. Su frente y todo el rostro tiene resabios de granitos o espinillas cicatrizados. Su insistencia en conocerme y reconocerme me desarma. No tiene la apariencia de un estafador sino de una persona común, corriente, más bien simpática.
Yo le pido que se quite la mascarilla para cerciorarme que lo conozco. Sí lo hace. Pero no sé quién es. Sin embargo, él insiste. Y logrando el primer objetivo, convencerme que lo conozco, “sin conocerlo”, da el segundo paso.
SEGUNDO PASO: LA FAMILIARIDAD
Ya somos “conocidos”. Este señor me pide que espere la llegada de su hija procedente de Upala para ir juntos a la universidad; precisamente, oh casualidad, donde debo firmar algunos documentos. Y su hija también. Transcurren 20 minutos y el padre llama a su hija en varias ocasiones.
. TERCER PASO: EL ZARPAZO
Nos alejamos del grupo de personas para comentarme que “tiene su vehículo estacionado cerca de la parada y me indica el lugar con un dedo de su mano derecha. Ahí está su esposa, esperando. Como ya somos “conocidos” yo le creo. Y aunque no escucho su celular, el estafador habla con alguna persona preguntándole cuánto dinero tiene. 7 mil colones solamente, le responde. Pero necesita 20 mil colones y no puede esperar más.
El señor que acabo de conocer busca en sus bolsillos. Y mirándome me pregunta: “Disculpe jefe no sé si abuso de su confianza. ¿Por casualidad tiene unos 20 mil colones para dárselos a mi esposa? Luego de retirarlos del cajero se los reintegro. Y como nunca aprendí a mentir busco en mi billetera y se los entrego.
CUARTO PASO EL ESCAPE.
Entretanto, confiado en que pronto llegará su hija y podremos ir a la universidad me distraigo con el celular. Y el supuesto padre de familia que esperaba a su hija para llevarla a la universidad y a mí también, se esfuma. Desaparece. Lo busco, lo espero, pasan los minutos. Sólo en ese momento caigo en la cuenta que me robaron, 20 mil colones, en mis propias narices.
EPÍLOGO
Todos podemos ser estafadores, si queremos. Pareciera ser fácil. Yo no salía de mi asombro al verme estafado. Pero sólo atiné a decirme: “Luis, hiciste el papel de tonto útil, una vez más en esta pequeña exhibición de magia fraudulenta.
miércoles, 27 de enero de 2021
El Escorpión de 11 a 3. Crónica de una niña huérfana y su destino final
EL ESCORPIÓN, DE 11 A 3
Luid Montoya Salas
Comunicólogo
Un 28 de enero de 1960 nació Evelyn, sin apellido conocido. 6 libras. Hembra.
Sus amigas cercanas subrayaban un hecho curioso escuchado de la madre de Evelyn: al salir de su vientre lloró más de lo que algún recién nacido pudo haber llorado. Y con tal desconsuelo y fuerza como para asustar al personal del hospital. Y sólo terminó su llanto cuando cayó rendida por el esfuerzo. Lloró, como nunca más lloraría. Y apenas si lanzó algunos suspiros disimulados de incomprensión por la muerte de su madre, a los 7 años.
A esa edad, precisa y preciosa, en el rango de los años cruciales para determinar la personalidad de los niños, unas tías la internaron en un orfanato de San José, incapaces de asumir su crianza
La conocí en un ejercicio académico realizado con mis alumnos del curso introductorio de Comunicación en una universidad pública. Y quiso la casualidad que compartiéramos experiencias pasadas afines en las cuales yo me proyectaba, como en un espejo. Evelyn sentía y resentía como si el hospicio cual fantasma castigador, con sus monjas, su disciplina, su aislamiento, su silencio, su ausencia de identidad pero sobre todo el eterno aislamiento en medio de la multitud “le hubiera inyectado huevecillos de melancolía en los ojos, atornillándole decenas de capillas católicas sobre los hombros al tiempo que llenaba su boca de místicos eructos: letanías mezcladas con comidas simplonas, tipo “rancho carcelario”, repetitivas, sin sabor ni color, ni olor; apenas lo básico para matar el hambre. Y los cánticos redundantes de las oraciones en labios de las monjas atormentándole sus oídos. Para siempre”
“De cuando en vez, los recuerdos que tengo de chiquilla no sé si me alegran o entristecen como la casita con latas de zinc y piso e´ tierra donde viví mis primeros años, con mis papás en San Carlos”, me contó Evelyn, una de tantas veces que compartimos una mesa en el night club El Escorpión, en la Plaza Víquez de la capital.
El último día que la vi, sus ojos eran astillas de vidrio, efecto, quizás de los cruces de droga y alcohol.
Yo la observaba, con mi aire inquisidor del profesor universitario que dice conocer la teoría de la realidad o la realidad teórica y comprende “el marco conceptual totalmente antagónico, disímil y vertical en que se circunscribía la vida de esa artista del estriptis Para entonces, Evelyn tenía 25 años, apenas.
Mientras notaba su mirada perdida imaginaba el interior de su cerebro como laberintos azul- violeta, rojo, anaranjado por donde viajaban sus estímulos neuronales, la energía del pensamiento. El hipotálamo de grasa y colesterol.
Evelyn subió a la tarima. Las notas del piano de Clyderman se deslizaban sobre la pista.
La hembra bailó de cara a los espejos, en contorsiones suaves, debidamente estudiadas, levantando piernas y moviendo los brazos en círculos y sus manos rozando sus cadavéricas piernas… De cuando en vez, se volteaba de cara al público y lanzaba una prenda.
Cuando estuvo desnuda, mirando a los clientes “respetables” cayó de rodillas. Invocó con un grito a Dios y empezó a rezar el Santo Rosario: “Un misterio, por las damas benefactoras, para que sus gladiolas y pensamientos que adornan el altar no se marchiten. Otro misterio, de los dolorosos, por la salud de doña Hortensia, para que nos lleve a Puntarenas…”
Todos los presentes, petrificados. Por algunos instantes. Porque muy luego, los de la seguridad del night club envolvieron a Evelyn con una frazada y se la llevaron al camerino.
A los pocos minutos, Evelyn levantó la cortina roja que separaba la miseria de las bailarinas, de los goces de sus clientes. Y con un caminar de modelo de pasarela, con sus ojos que saltaban de un lado a otro y de abajo al infinito se acercó a la mesa para sentarse muy cerca de mí. Toda vestida se veía más gastada. Ella misma, se sentía otra.
Entre dientes, recitaba frases incoherentes, con pausas breves… “Para ir a misa, fila. Para ir al cine, fila. Para ir al excusado, fila. Para recibir los regalos navideños, fila. Para comer, fila. Para comulgar, fila. Siempre la misma fila, de dos en dos, con tres ladrillos de distancia. ¡Mi vida es una fila de m……! ¿Verdá?”
Con la última palabra, el colapso. Evelyn cayó. La seguridad del night club sacó a todos los clientes. Vino la policía; y detrás, los periodistas.
“Hoy, en horas de la madrugada fue encontrada muerta en un night club capitalino, una mujer de la vida alegre que respondía al nombre artístico de Evelyn. Según fuentes bien informadas, la bailarina habría muerto por una sobredosis de cocaína.”
La misma fuente declaró, sin autorizar la revelación de su nombre, que “esta muerte se produce en mal momento, pues se sospechaba su vínculo con un importante distribuidor de la fatídica droga”.
Ernestina, verdadero nombre de Evelyn, dejó el orfanato a los 14 años para trabajar como sirvienta en la casa de una benefactora de la institución. Y el único punto en común entre ambos fue el estar internados en el mismo orfanato, en épocas diferentes.
Evelyn pronto cumplirá 61 años de nacida y 36, de muerta.
Escribo esta crónica periodística, a la memoria de cientos de miles de mujeres que nacen y mueren, como Ernestina (¿o como Evelyn?) en el enigma de la soledad, dejando apenas una estela de su vida en la pista de algún night club del planeta Tierra.
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