domingo, 20 de abril de 2014

EL PRESIDENTE LUIS GUILLERMO SOLÍS NOMBRARÁ, A SU PESAR, MINISTRO DE COMUNICACIÓN

NO MÁS DESPRECIO POR EL ACTO MÁS HUMANO: LA COMUNICACIÓN                                

Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo

El problema más serio de los seres humanos es el desprecio que siente por algo que, solo en apariencia es simple y sencillo: la comunicación.
 
Sin ninguna explicación razonable, solo la de su anuncio, el Presidente electo Luis Guillermo Solís decide no nombrar a un Ministro de Comunicación para administrar los procesos comunicacionales  de su gestión.
Las experiencias con el nombramiento de este cargo no han sido exitosas, en los años recientes. Sin embargo, esos resultados no anulan el papel que la comunicación cumple y ejerce en todo acto de naturaleza humana. Y con mayor razón, en un gobierno que estará durante los próximos 4 años, en la mira de sus electores.
Así, el perfil de ese ministro ausente, cuya labor deberá “recargarse” en alguna persona física que haga las veces de “vocero” del Presidente, dando la cara por él, en las situaciones críticas requiere características como las siguientes:
Se trata de un super ministro formado en las artes de la psicología, de las humanidades, de la ingeniería humana  (neurobiología), moldeado en los avatares de la vida,  guiado por mentores desde los años mozos de su adolescencia (por no exagerar y llegar hasta la intimidad de su hogar) Debe ser egresado de algo así como Harvard, o el MIT, por citar  las dos universidades norteamericanas con los más altos estándares de exigencia académica y cognoscitiva, en la actualidad.
Debe, además,  poseer un título obtenido con suma cum laude en lógica y sentido común. Existe aquí, en este pequeño país algunos especímenes con estas características.  No obstante,  la política politiquera  los vomita por necios, petulantes, autosuficientes y críticos.  
Costa Rica no se acostumbra aun, a asumir  la gestión presidencial  como un acto de la más alta responsabilidad científica, pues sigo recurriendo a los resabios de la política “amiguista”,  del chancleteo.
Por tal razón, después de cumplir con nuestra obligación cívica de la elección presidencial, debemos permitirle al nuevo Presidente gobernar, sin creernos los “igualados” del Presidente.  Debemos dejarlo ser y hacer.
De ahí el perfil que se le exigen al Ministro de la Comunicación del Gobierno, que no es lo mismo que el hacedor de la imagen del Presidente.  Porque el Presidente Solís necesitará un duro y cruel consejero  que le maje los talones, le tome el pulso al país y le habla con toda propiedad al oído, recordando que. como el Presidente se mire a sí mismo,  será percibido por sus gobernados.
No basta con el acto administrativo del  nombramiento para que se haga la magia de la imagen de la principal figura del país. Por el contrario, su imagen requiere de una alquimia de inteligencia, sensibilidad,  desarrollo de los sentidos de observación y percepción de los diferentes planos de situación (entornos) adosado con una gran humildad y estabilidad emocional que le permita tener de manera espontánea el verbo sabio, la palabra discreta,  precisa y elegante (Plano de expresión).

El problema más serio de los seres humanos es el desprecio que siente por algo que, solo en apariencia es simple y sencillo: la comunicación. Siendo que, el acto de comunicación como resultado que es de la evolución de la raza humana gracias al lenguaje, a la escritura, a las imágenes y en suma, a la filosofía, exige un tratamiento con pinzas, cuando se debe utilizar con propósitos persuasivos. He aquí, el gran reto de un ministro de la comunicación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario