NO MÁS DESPRECIO POR EL ACTO MÁS HUMANO: LA COMUNICACIÓN
Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo
El problema más serio de los
seres humanos es el desprecio que siente por algo que, solo en apariencia es
simple y sencillo: la comunicación.
Sin ninguna explicación razonable, solo la de
su anuncio, el Presidente electo Luis Guillermo Solís decide no nombrar a un
Ministro de Comunicación para administrar los procesos comunicacionales de su
gestión.
Las experiencias con el nombramiento de este
cargo no han sido exitosas, en los años recientes. Sin embargo, esos resultados no anulan el papel que la comunicación cumple y ejerce en todo acto de
naturaleza humana. Y con mayor razón, en un gobierno que estará durante los
próximos 4 años, en la mira de sus electores.
Así, el perfil de ese ministro ausente, cuya
labor deberá “recargarse” en alguna persona física que haga las veces de “vocero”
del Presidente, dando la cara por él, en las situaciones críticas requiere
características como las siguientes:
Se trata de un super ministro formado en las
artes de la psicología, de las humanidades, de la ingeniería humana (neurobiología), moldeado en los avatares de
la vida, guiado por mentores desde los
años mozos de su adolescencia (por no exagerar y llegar hasta la intimidad de
su hogar) Debe ser egresado de algo así como Harvard, o el MIT, por citar las dos
universidades norteamericanas con los más altos estándares de exigencia
académica y cognoscitiva, en la actualidad.
Debe, además,
poseer un título obtenido con suma
cum laude en lógica y sentido común. Existe aquí, en este pequeño país
algunos especímenes con estas características.
No obstante, la política politiquera
los vomita por necios, petulantes,
autosuficientes y críticos.
Costa Rica no se acostumbra aun, a asumir la gestión presidencial como un acto de la más alta responsabilidad
científica, pues sigo recurriendo a los resabios de la política “amiguista”, del chancleteo.
Por tal razón, después de cumplir con nuestra obligación
cívica de la elección presidencial, debemos permitirle al nuevo Presidente gobernar, sin creernos los “igualados” del
Presidente. Debemos dejarlo ser y hacer.
De ahí el perfil que se le exigen al Ministro
de la Comunicación del Gobierno, que no es lo mismo que el hacedor de la imagen
del Presidente. Porque el Presidente
Solís necesitará un duro y cruel consejero
que le maje los talones, le tome el pulso al país y le habla con toda propiedad al oído, recordando que. como el Presidente se mire a sí mismo, será percibido por sus gobernados.
No basta con el acto administrativo del nombramiento para que se haga la magia de la
imagen de la principal figura del país. Por el contrario, su imagen requiere de
una alquimia de inteligencia, sensibilidad,
desarrollo de los sentidos de observación y percepción de los diferentes
planos de situación (entornos) adosado con una gran humildad y estabilidad
emocional que le permita tener de manera espontánea el verbo sabio, la palabra
discreta, precisa y elegante (Plano de expresión).
El problema más serio de los seres humanos es
el desprecio que siente por algo que, solo en apariencia es simple y sencillo:
la comunicación. Siendo que, el acto de comunicación como resultado que es de
la evolución de la raza humana gracias al lenguaje, a la escritura, a las
imágenes y en suma, a la filosofía, exige un tratamiento con pinzas, cuando se
debe utilizar con propósitos persuasivos. He aquí, el gran reto de un ministro
de la comunicación.
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