Elecciones municipales del 2010:
26,000 VOTOS CON 81,6% DE ABSTENCIONISMO PARA JOHNNY ARAYA.
Luis Montoya Salas
Comunicólogo
Municipales explicarían actual situación electoral de Johnny Araya.
En el San José de Johnny el Alcalde, habitaban 288.054 josefinos en 45 km2.
Cuando los medios de difusión colectiva (prensa) se referían a Johnny Araya como Alcalde de San José, ¿asumirían los periodistas que lo era de toda la provincia?
La pregunta es válida, pues el imaginario colectivo no está obligado a diferenciar el cantón de la provincia; y en un proceso natural de economía de la información se asocia (confunde) fácilmente la parte como el todo. Además, en el lenguaje periodístico se dan tantas circunstancias como si fueran hechos fácticos (conocidos por los perceptores), que la explicación necesaria se excluye, inconscientemente.
Con propósitos de aclaración: la Alcaldía de San José comprende 11 distritos, distribuidos en 45 km2. Pavas es el segundo distrito más poblado de todo el país, conocido por las bandas juveniles y el caos urbano. La Uruca, caracterizada por el lunar de La Carpio. San Sebastián, los “Hatillos”, Barrio Cristo Rey, forman parte del anillo conocido como “barrios de Sur”, con su particular problemática social. Y en el mero centro, Catedral, El Carmen, Mercedes y Hospital. Cierran la lista Zapote, San Francisco de Dos Ríos y Mata Redonda (La Sabana).
Para mejores señas, los dominios de Johnny Araya llegaban hasta donde empiezan los cantones de Belén, Heredia, Santo Domingo, Tibás, Goicoechea (Guadalupe), Montes de Oca, Curridabat, Desamparados, Alajuelita y Escazú. Cada uno de estos últimos, con sus respectivas alcaldías.
Los 22 años de Johnny el alcalde no convencieron a los josefinos.
Vista así, la tarea de Johnny el alcalde no parecía tan extraordinaria. Bastaba con desarrollar proyectos innovadores que respondieran a las necesidades mínimas vitales de los 288.054 habitantes registrados en las estadísticas oficiales, como pertenecientes a la Alcaldía de San José. Para dar cumplimiento a sus promesas, siempre contó con presupuestos significativos. Y a su favor, una variable imprescindible: tiempo. 22 años.
Sin embargo, tantos períodos continuos no convencieron a los josefinos. Por esta razón, para llegar al puesto de alcalde debió recurrir a la regla de excepción contemplada por la ley: el abstencionismo y no por una aplastante votación. Si hubiera logrado desarrollar y cimentar la popularidad entre los suyos, los próximos, sus vecinos, Johnny Araya, el candidato presidencial no estaría hoy en problemas.
De acuerdo con datos del Tribunal Supremo de Elecciones, para el proceso electoral de las municipales, se inscribieron 225,542 electores josefinos. Pero solo votaron cerca de 42,000. Así, Araya ganó con el 61,9% de los votos emitidos.
Si consideramos este porcentaje fuera de contexto, podría creerse que Araya ganó por un amplio margen. Pero si profundizamos en el problema del abstencionismo descubrimos que este fenómeno distorsiona la realidad. Unos pocos conscientes de sus derechos cívicos deciden, con su voto, por las grandes mayorías, apáticas y marginadas de la toma de decisiones, por su libre albedrío.
¿Por qué la poderosa maquinaria electorera del PLN no apoyó a Johnny el alcalde?
Llama la atención, que en este proceso, la poderosa maquinaria electorera del PLN trabajara al mínimo de su capacidad, tratándose de uno de los suyos, en un cargo estratégico, como la Alcaldía de San José. La raquítica cantidad de votos acarreados sugiere que su candidatura no contó con la bendición de la cúpula del PLN, la del “Poder Real de las Águilas”. Y sin carisma, sin liderazgo, ni obra que convenciera, este candidato no alzaría vuelo por su propia cuenta.
Johnny Araya no logró cimentar su liderazgo en la Alcaldía
Ante la volatilidad de las encuestas concernientes a Johnny Araya, procede enunciar la siguiente hipótesis:
“El paso de Johnny Araya por la Municipalidad de San José afectaría negativamente su candidatura a la Presidencia de la República. Y si en el momento de su postulación los datos lo favorecían, podría explicarse por el vacío de liderazgo en los otros bandos”.
La mezquina respuesta de los electores capitalinos, no obstante los 22 años de Johnny el Alcalde es un extraño síntoma; pues en buena teoría, entre más cercanos los problemas a las comunidades, mayor será la identificación de sus habitantes. Y quien dice identificación dice participación, compromiso, conocimiento, preocupación por mejorar el entorno y los servicios dirigidos a optimizar la calidad de vida. Por lo demás, para conducir el proceso se necesita un verdadero líder. Sin embargo, Johnny el Alcalde no reunía los requisitos necesarios para ocupar el cargo, en opinión del 81,6% de los electores que prefirieron abstenerse..
El pueblo costarricense sigue hambriento de liderazgo.
En el caso de la ausencia de liderazgo antes apuntada, obsérvese cómo la fugaz aparición de Rodolfo Hernández en la arena política y su crecimiento inmediato en las encuestas (como espuma) hasta alcanzar un 15%, modificó la relación de fuerzas. Las barras estadísticas empezaron a moverse y no se han detenido, hasta la fecha, provocando con ello una sana incertidumbre electoral. El pueblo costarricense sigue hambriento de liderazgo.
Me atrevo incluso a afirmar que fue en este momento cuando José María Villalta empezó a figurar con más insistencia en las encuestas, como si hubiera capitalizado el vacío dejado por el Doctor.
En una maniobra circunstancial e inmediatista para llegar a la Alcaldía, Johnny Araya aprovechó con sentido de oportunidad y cálculo político, dos factores: a) lo novedoso del modelo electoral municipal, que tomó desprevenidos a los dirigentes de los otros partidos revelando su incapacidad de reacción y de adaptación; y b) aunque resulte perverso, el estado de postración, abandono, desinterés y repulsa de los habitantes josefinos. Tan imbuidos estarían en su estado de abandono, que no habrían sentido necesidad ni interés por modificar sus circunstancias. ¿Le estarían ahora cobrando al ex alcalde, su oportunismo?
Predicciones reservadas y atrevidas para febrero del 2014
De los candidatos con alguna mención en las encuestas, solo Johnny Araya tiene antecedentes verificables. Y este hecho, en lugar de favorecerlo, constituye su espada de Damocles. La prueba de este planteamiento es, precisamente, el presente ensayo.
Los asesores de imagen del candidato liberacionista pretendieron aprovechar su paso por la Alcaldía josefina llenando los anuncios publicitarios con imágenes sobre el Festival de la Luz, los Juegos Deportivos, la construcción del Barrio Chino, calles adoquinadas, carreteras nacionales, etc.
Pero estos mensajes, confrontados con la realidad, no superaron la prueba. La fría respuesta de los josefinos hacia su alcalde, aun teniendo todas las facilidades para apoyarlo (68 centros de votación dispersados por los 45 kms2 de sus dominios), es un indicador digno de ser considerado en las actuales circunstancias electorales. Y podría explicar, en buena teoría, el lugar que ocupa Johnny el candidato, en la intención de voto.
Por otra parte, la cúpula liberacionista, la del “Poder Real de las Águilas” le habría cobrado a Johnny el candidato, la decisión táctica de no solicitarles franquicia desde un principio para postular su nombre como su candidato. Sólo así se explicaría el boicot velado aplicado al Alcalde del PLN para utilizar toda la maquinaria electorera del PLN.
Al “Poder de las Águilas” no le convendría un tercer mandato liberacionista, pues dejaría sin ninguna oportunidad la precandidatura de Rodrigo Arias para el 2018. Recuérdese su renuncia intempestiva a la precandidatura para el presente proceso electoral, luego de analizar con frialdad táctica los resultados de la gestión de Laura Chinchilla. Aunque, en su oportunidad, se argumentó su pésimo resultado en las encuestas.
Ante este panorama, Johnny Araya vería disminuidas sus posibilidades de ganar en la primera ronda. Y si no lo logra, perdería, indefectiblemente, en la segunda.
De todo lo anterior, queda claramente establecido que los responsables del lugar que Johnny el candidato ocupa en las encuestas son, en orden de importancia, el mismo Johnny Araya, seguido de su equipo de campaña. Subestimaron a José María Villalta, lo ignoraron y esquivaron durante varios meses, hasta que se dieron cuenta de su fuerza silenciosa. Y ahora, el candidato del PLN en persona sale a embestirlo endosándole la responsabilidad de su caída en picada, al tiempo que saca la espada salvadora del PLN en guerra santa contra la satánica ideología izquierdista del miedo al desastre económico y social de Costa Rica.
Al hacer esto, obligado por las circunstancias electorales, o por recomendación de sus asesores, Johnny Araya cae en el peor pecado del candidato estadista: bajarse al nivel de su contrincante. Con lo cual, al darle la importancia de su voz lo ensalza, aunque pretenda denigrarlo. Paradojas del verbo.
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