PAPELETAS ELECTORALES Y LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO
Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo
La fotografía y los colores de los candidatos serán los únicos estímulos que podrá apropiarse el votante en la intimidad de la urna electoral. Sólo con la boleta y su conciencia tendrá algunos segundos para fijar su mirada en los ojos de las figuras impresas en las papeletas y de ahí brincar a los labios, luego a la nariz para concluir el recorrido en las orejas. Después decidirá si vota, por quién, si anula o deja en blanco su voto.
Un factor influyente sin duda alguna y que la mayoría de los partidos manejan con descuido es “la atención del cliente votante”, en el recinto electoral. Un mal gesto, una palabra grosera, una intromisión inoportuna de algún guía o dirigente bastará para determinar una decisión de voto. Así de sensible y solemne es la forma en que los ticos nos dirigimos a las urnas.
Cuando un votante recibe la boleta electoral aplica los principios básicos de la percepción visual propios de todo texto impreso.
Todos los autores consultados para este ensayo (Anne Marie Laulan, Norberto Chaves et Raúl Belluccia, Ruggero Pierantoni, Lorenzo Vilches y Francois Richaudeau coinciden en un punto, crucial en percepción visual y diseño gráfico: El sistema perceptual de los seres humanos apunta hacia la economía de esfuerzo.
Para estos autores, la lectura / escritura en la cultura occidental evolucionó hacia una estructura horizontal lineal de sumatoria de letras y palabras organizadas de izquierda a derecha. Esta linealidad determinó la costumbre de percibir cualquier elemento en un espacio impreso en esta dirección. Así, convencionalmente un libro se empieza a leer por el principio; luego, de izquierd a derecha y de arriba hacia abajo.
Lorenzo Vilchez (Teoría de la imagen periodística, p. 20):
“Algunas investigaciones han demostrado que cuando existe más de un objeto en el campo visual, el que se encuentra en la izquierda produce mayor identificación en el observador, mientras que el de la derecha se percibe como ejerciendo más resistencia visual al anterior. La visión de la derecha tiende a captar los objetos en este lado como si tuvieran mayor peso. Pero el centro de la visión se halla en el lado izquierdo debido a que el observador pone mayor énfasis en la identificación de objetos en este espacio. El juego visual de izquierda a derecha … aparece más fácil, porque acostumbramos a leer en esta dirección según nuestros hábitos culturales. Así, si se mira de derecha a izquierda parece que el perceptor tiene que vencer una mayor distancia (debido a la resistencia ofrecida por nuestro hábito de lectura) para llegar al otro extremo”.
Otro factor que interviene en la percepción es el color. Este tema es complejo, por lo cual se simplifica la explicación para efectos de comprensión.
De los colores escogidos por los partidos para identificarse, el rojo, el azul y el verde son los más fuertes por tratarse de los colores primarios, de los cuales se derivan los colores substractivos: magenta (que absorbe el verde); amarillo (absorbe el azul) y el cian (que absorbe el rojo). Consecuentemente, las banderas que más atraerán la atención de los electores serán las que tengan los siguientes colores: el rojo, el verde y el azul, seguidas de los colores amarillo y cian. Ahora bien, como algunas banderas complementan colores, obtienen de ello ventajas estéticas por equilibrio y complementariedad de colores en tanto que otras pierden atractivo por la pugna perceptual de colores que no son armónicos (verde con rojo, por ejemplo). Y en el primer caso se encuentran, en orden de percepción privilegiada: el verde y blanco; el amarillo y rojo y el azul y rojo.
En los últimos lugares de la escala de la percepción del color se encuentran: el amarillo aislado, el celeste con blanco y la graduación del azul al celeste, porque no son colores contrastantes. El negro es el peor color, por sus connotaciones.
Corolario:
Cada individuo percibe el color de acuerdo con su sensibilidad estética, originada por herencia genética, por determinismo social, por pruebas de ensayo y error. Sin embargo, existe un promedio de percepción de colores que es social. A esto se le llama empíricamente la combinación armónica de colores que atrae la atención, o genera el rechazo. En las zonas rurales, por ejemplo, la percepción de los colores está más influenciada por los colores dominantes del entorno como el verde, el café oscuro, el amarillo fuerte. En la ciudad, por un proceso de aculturación de los mass media se imponen los colores pasteles, suaves, neutros casi de acuerdo con las tendencias de la moda.
Finalmente, anoto los siguientes señalamientos:
- La fotografía y los colores del candidato serán los únicos estímulos que podrá apropiarse el votante en la intimidad de la urna electoral. Sólo tendrá algunos segundos para fijar su mirada en los ojos de las figuras impresas en las papeletas y de ahí brincar a los labios, luego a la nariz para concluir el recorrido en las orejas. Sólo después marcará la boleta.
- Debemos presuponer que miles de votantes no se expusieron a los mensajes de los partidos durante el proceso electoral. De ahí que será esta la única y última oportunidad para escoger, de acuerdo con las características fotogénicas de los candidatos. Si la teoría de la percepción fotogénica se aplica, estos indecisos que escogen “a dedo” se inclinarán por el rostro que les resulte más confiable, más agradable, más identificable. En esta línea de análisis, Otto Guevara ocuparía el primer lugar del rating de “hombre tipo”; seguidos por Johnny Araya y José María Villalta en conjunto, de acuerdo con la percepción de los votantes, con una ligera ventaja de Araya sobre Villalta, en razón de la edad. El tercer lugar lo ocuparía Luis Guillermo Solís. Y de último, Rodolfo Piza.
- Un tercer elemento que interviene es la posición de los candidatos en las papeletas. En tal caso, aumentarían las posibilidades de votar por la papeleta del extremo izquierdo, en razón de su ubicación y color dominante que por la del extremo derecho, por la misma acción de la teoría de los colores.
- Desde hace unos 15 años, el abstencionismo ha ido en aumento, al igual que el porcentaje de los indecisos. Estos últimos no llegan a las urnas con una convicción respecto de por quién votarán y su voto sería más un acto reflejo. Sobre ellos ejercería mayor influencia la percepción del rostro de los candidatos seguido de los colores de la bandera y de cuánto se expusieron a estos estímulos. En ese momento, poco o nada interesan los programas de gobierno o denuncias de corrupción.
- Finalmente. Un factor influyente sin duda alguna y que la mayoría de los partidos manejan con descuido es “la atención del cliente votante”, en el recinto electoral. Un mal gesto, una palabra grosera, una intromisión inoportuna de algún guía o dirigente bastará para determinar una decisión de voto. Así de sensible y solemne es la forma en que los ticos nos dirigimos a las urnas.
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