Candidatos presidenciales en TN7:
POLÍTICA A LA TICA, EN FORMATO DE ENTREVISTA LIGHT
Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo
“Me dicen comunista, porque no me pueden decir ladrón”. José María Villalta.
“Cuando tenía la edad de José María Villalta era inmaduro, impetuoso, con una visión idealista del mundo”. Otto Guevara.
“Pásenme el churuco a mí, un ratito” Johnny Araya
El lunes 6 de enero de 2014, Ignacio Santos, director de Telenoticias recibió en su programa CAFÉ-POLÍTICA a los candidatos presidenciales Johnny Araya, Otto Guevara y José María Villalta para que se dijeran cara a cara las verdades sobre los rumores que cada uno de ellos ha visto, oído en anuncios publicitarios TV, y leído en la prensa.
Fueron 54 minutos, de alto valor en millones de colones, en razón del alto rating que tiene Telenoticias en la primera edición de las 6 de la mañana.
Sin duda, un regalo de reyes de parte del telenoticiario para los tres candidatos presidenciales que encabezan las encuestas. Si le sacaron el máximo provecho, es un asunto que se abordará en este ensayo.
Metodología:
Para establecer el lenguaje cinematográfico empleado se realizó un visionado (análisis exhaustivo) de la entrevista, de la siguiente manera. Se visionaron los 54 minutos de la entrevista una primera vez con el audio en off, para comparar un candidato con otro, observar la actitud gestual de un tercero cuando los dos otros discuten, o uno de ellos habla. Se hizo así para reducir el efecto distractor del audio (modulación, tono, timbre, etc.) Así, la observación haría énfasis en el lenguaje gestual.
Se logró detectar, por ejemplo, una técnica del director de cámaras de dividir la pantalla en dos y tres segmentos para presentar, como en rotación, a los candidatos Villalta, Guevara y Araya. En un caso se dividía la pantalla en tres para mostrar juntos a los tres entrevistados. En otra toma aparecían Villalta y Guevara; en otra secuencia aparecían en pantalla Araya y Villalta. Y en el menor número de veces, Guevara y Araya. Los planos utilizados fueron el plano general que es una toma abierta para abarcar todo el set con los tres candidatos y el periodista Ignacio Santos. El propósito de esta toma es la de de mostrar a los telespectadores la presencia de todos los actores. También se utilizó la toma cerrada, (a la altura de la cintura) conocida como “toma de pecho”. Este plano individualiza al entrevistado y permite a los telespectadores concentrar la atención en los gestos de los candidatos. (El cuadro 1 consigna la frecuencia de presencia en cámaras de los tres candidatos). Luego se calculó el tiempo de palabra de cada uno. Se tomaron en cuenta las interrupciones en el uso de la palabra que Villalta y Guevara se hicieron recíprocamente mientras cada uno tenía el uso de la palabra. En esta oportunidad, se visionaron los 54 minutos con el audio en off. El mismo procedimiento se siguió para establecer el tiempo de palabra de cada uno de los entrevistados.
Finalmente, con el cuarto visionado se extrajeron las ideas principales de cada uno de ellos.
Kennedy Vs. Nixon, el 26 de noviembre de 1960
El 26 de septiembre de 1960 se transmitió el primer debate televisado de la historia televisual mundial, entre los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos, John F. Kennedy y Richard Nixon, organizado por las cadenas CBS, ABC y NBC.
Esta fecha marcaría, indefectiblemente, la diferencia de hacer propaganda política. La televisión se convertía en el medio privilegiado de los estrategas de imagen para catapultar la figura física de los candidatos a cargos de elección popular. (Algunos estudiosos sugieren que la cara agradable y relajada de Kennedy le ganó al rostro enjuto, cansado, adolorido y agresivo de Nixon). Y sería, de paso, la muerte gradual de las plazas públicas. Así, gracias a su principio de ubicuidad, la TV abarcaría una gran cantidad de personas simultáneamente, con una economía de recursos que antes se invertían en las plazas públicas.
Poco a poco, los debates político-electorales transmitidos por televisión se convirtieron en un ejercicio característico de la comunicación política occidental. Pues su influencia sobre los electores está debidamente sustentada, no solo por resultados prácticos sino por la investigación sociológica y semiótica realizada a los largo de los últimos 50 años.
En efecto. Su naturaleza física (televisor y programación) incorporada de pleno a la vida cotidiana en el seno mismo del hogar, como parte indispensable del mobiliario mantiene a la familia dependiente de sus contenidos, sean estos de evasión, distracción, educativos o informativos.
Y sus características técnicas y tecnológicas capturan los sentidos de la vista y el oído de los telespectadores; los atrapan, literalmente, y los consumen y subsumen en telenovelas, filmes, talk-shows, seriales y noticias televisuales.
Existe abundante bibliografía para demostrar las implicaciones directas e inmediatas que la televisión como medio ejerce sobre la percepción de los telespectadores, en razón de sus características físicas (barrido de imágenes, incidencia de la luz, la luminancia provocada por los haces de luz enviados por el tubo de pantalla, etc.) así como en la “captura de la atención y las dificultades para “desprenderse de la TV” en razón de la corta visión periférica propia de este medio y del imperativo psico- biológico que tiene la visión de descodificar las 6 millones de micro imágenes viajando a una velocidad de 1/30 de segundo. (Winn, Mary: TV drogue p. 24).
Así, la naturaleza consustancial a la televisión y su función, ligada a fenómenos psico-afectivos y necesidades vitales de los seres humanos llevaron a los expertos en televisión a diseñar las estructuras informativas más atractivas para capturar la atención de las audiencias.
La figura física se funde con la imagen del candidato.
Si existe algún medio informativo que transmita abundante información sobre una figura pública este es la TV. Se trata, subrayo, de apariencia: apariencia física, imagen, lo superficial. Y sin embargo, la apariencia ejerce una significativa influencia persuasiva sobre el imaginario colectivo.
La figura es física. Es la cara, en un porcentaje suficiente como para establecer relaciones armoniosas o rechazos inexplicables. La figura de alguien no es solo su parecer, sino y sobre todo, la proyección en los otros de su verbo.
La imagen es la psicología aplicada que todos tenemos, pero influenciada por las emociones. La mirada se convierte en la función más atractiva y atrayente del rostro. Se mira con el rostro. Mirar compromete. De ahí que se recomiende a los candidatos presidenciales mirar con frecuencia a la cámara, en un intento por establecer una relación directa con los miles de telespectadores.
Lo que dice, su manera de transmitirlo y lo que piensa y como lo plasma en ideas es la base para que la figura devenga en imagen. El verbo tiene un poder, ignorado o subestimado para construir la imagen. Un dirigente está obligado, dentro de su ética moral, laboral y profesional, a cuidad con esmero esa cualidad única del ser humano y a expresar idea con un alto valor cognoscitivo.
Por su parte, la personalidad es el rostro, el porte, los gestos corporales reforzados por el verbo. La personalidad es sinónimo de autoridad y debe ser percibida como ecuánime, justa, equilibrada, benevolente, accesible, creíble, segura, auténtica, cortes y atenta.
Ahora bien, debe transcurrir un tiempo para la consolidación de la imagen de una figura pública. Ese período será más o menos corto, según el grado de exposición a los medios informativos y a la táctica que diseñen sus asesores.
En fin de cuentas, los mensajes persuasivos van dirigidos al inconsciente de los individuos. Porque el inconsciente es el sitio (realidad virtual) de las percepciones aprehendidas primeramente como conjunto de opiniones. El inconsciente colectivo es el reino de las emociones, de las necesidades afectivas, de la seguridad o inseguridad, de la identificación o el rechazo.
Porque una buena imagen no resulta de la exposición constante ante los medios de difusión colectiva, sino del buen uso de los recursos (cualidades) personales de la figura física, reforzados con ejercicios de comunicación gestual codificados, dirigidos a reforzar el principio de jerarquía, autoridad y liderazgo. La imagen se deriva de una opinión subjetiva, registrada de manera persistente, aunque inadvertida.
Resultados del análisis de la entrevista a los candidatos Guevara, Villalta, Araya
Como se indicó en la primera página de la Metodología, la técnica utilizada por el director de cámaras consistió en presentar a los candidatos en dos modalidades: en una cada candidato aparecía por separado; en la otra modalidad, aparecían los tres candidatos juntos, o se turnaban: Araya-Villalta, Araya-Guevara, Villalta-Guevara. Al contabilizar las veces que los candidatos aparecieron en cámaras, independientemente de la modalidad, Villalta ocupó el más alto índice de presencia en la pantalla, con 65 veces (23,7%), seguido de Guevara con 60 veces (21,8%) de presencia. Y en el último lugar, Araya con 58 veces (21,6%). La cantidad total de secuencias analizadas fue de 274. 91 de ellas (33,21%) correspondieron a planos generales, es decir, cuando las cámaras filmaron todo el set y presentaron también juntos, a los tres candidatos.
En el juego de cámaras utilizado en esta entrevista, aparecieron juntos en pantalla: Guevara-Villalta-.Guevara: 12 veces; Araya-Villalta-Araya: 9 veces; Araya-Guevara-Araya: 7 veces. Aquí se incluyen las veces en que Guevara estaba con el uso de la palabra y confrontaba a Villalta y viceversa. De igual manera en el caso de Araya confrontando a Villalta y viceversa. Y así, sucesivamente.
Esta táctica del director de cámaras explica la mayor presencia de Villalta sobre Guevara y Araya en el total de frecuencia de su imagen en la pantalla. Igualmente revela la mayor confrontación de Araya y Guevara contra Villalta, siendo mayor la de Guevara. En total, Araya y Guevara confrontaron a Villalta 21 veces. Por contraste, Guevara y Araya se confrontaron 7 veces.
Todo lo anterior se deriva del tiempo de palabra que el programa CAFÉ-POLÍTICA le dedicó a cada uno de los candidatos. Villalta tuvo 17´12”; Otto Guevara 20´11”. A Johnny Araya sólo le correspondieron 12´08”. El tiempo de palabra de los tres candidatos sumó 49´31”. En porcentajes, Guevara acaparó el 40,8%; Villalta el 34,8% y Araya un 24,4%. Este bajo porcentaje de Johnny se explica porque a lo largo de la entrevista Araya pasó distraído, observando y expresando sonrisas hasta que se dio cuenta de su reducida participación y entonces, a la altura del minuto 42 pidió el “churuco”.
El cuadro adjunto revela claramente la existencia de una confrontación de Otto Guevara contra José María Villalta. Esto explica por qué en cámaras aparece Villalta con mayor frecuencia que los otros candidatos. La dinámica fue de ataque de Villalta hacia sus oponentes y de réplica y ataque, principalmente de Otto Guevara hacia Villalta, tal y como se observa en el cuadro. Johnny Araya, por su parte también intervino. Pero su interés estaba centrado en él mismo. Por esta razón se le observó distraído y por largos momentos, como un espectador más de la pugna que tenían Villalta y Guevara.
Ninguna de las denuncias puestas sobre la mesa fueron demostradas con pruebas: el comunismo de Villalta, tampoco los negocios de Araya con los puentes Baily, o la trocha. Villalta no pudo demostrar su acusación contra Guevara y Araya como “siendo los mismos”. Villalta por ejemplo recurre a frases sin sustancia: “palabras huecas”, “pegados a la teta” Guevara acusa a Villalta de “fuga de capitales de inversión por inseguridad jurídica” si queda el Frente Amplio. Y sale a relucir el ateísmo de Villalta, quien se sacude diciendo que cree en Dios. Y que “don Otto acelerará el proceso neoliberal” y “que usan la palabra comunista porque no le pueden decir ladrón y para meterle miedo a los costarricenses”.
Villalta también la emprende con Johnny Araya acusándolo de destruir juntas rurales de crédito, la quiebra del CNP, y que olvidaron los principios de desarrollo y justicia social…
Por su parte, el candidato liberacionista solo puede decir que “comentan que hay respaldo de los países del Alba a favor del Frente Amplio, pero al día de hoy no tengo ninguna prueba”. Pero sí afirma que el Partido Frente Amplio simpatiza con el modelo venezolano”.
Enseñanzas de la entrevista light del Programa Café – Política
Existe en teoría de la comunicación un principio elemental: “Entre más hablamos, más riesgo corremos de equivocarnos y de repetirnos”. A este defecto se le conoce como demagogia retórica y en él incurrieron José María Villalta y Otto Guevara con mayor frecuencia que Johnny Araya.
Villalta: “No tengo experiencia en los chorizos”. “Otto compitiendo con Orozco para saber quién es el más cavernícola”. “Creo en Dios, porque aquí construimos el reino de los Cielos”, etc.
Guevara: “El comunismo de Villalta y el continuismo de Araya”. “Patricia Mora con sangre comunista en sus venas”
Araya: “Por sus frutos los conoceréis”. “Escoger entre el populismo extremo de Villalta y la extrema derecha polarizada de Otto Guevara”. “Páseme el churuco a mí, un ratito”
Fue el connotado escritor y periodista Alberto Cañas quien acuñó la frase “gradería de sol”. Algo similar significó la entrevista ofrecida a los telespectadores por el programa CAFÉ-POLÍTICA. A medida que avanzaba el programa, más parecía que un pedacito de la Asamblea Legislativa se albergaba en el set de Telenoticias.
En ningún momento, los candidatos mostraron su faceta de estadistas. No llegaron a proponer soluciones, ni dieron pruebas de llegar preparados con datos estadísticos para explicar los problemas del país y la metódica con la cual los resolverían. Iban preparados para hablar de sí y por ellos. No se trató de un debate, tampoco de una entrevista incisiva que pusiera en jaque a los candidatos, o permitiera conocer hechos inéditos e impactantes y provocativos de los invitados, como sería de esperarse en un periodista prestigioso. Todo lo contrario. A cada pregunta, sus anfitriones se lanzaban cual aves de rapiña, en particular José María Villalta, para descalificar a sus oponentes. La prueba son las escasas 12 preguntas complacientes y que propiciaron la orientación de acusaciones recíprocas lanzadas entre sí por los que sus invitados.
En síntesis: Los 54 minutos que los telespectadores estuvimos conectados con CAFÉ-POLÍTICA de Telenoticias no aprendimos nada más. Bueno. Algo aprendimos: la vehemencia de Villalta que lo llevó a utilizar el más variado inventario de gestos faciales que competían con el movimiento de sus manos. Otto Guevara no pudo esconder el malestar que lo embargaba al tener que compartir honores con Villalta a quien veía por debajo de su ego.
¿Y Johnny Araya? Fue el único que disfrutó de los pleitos verbales de sus contrincantes. Sereno, sonriente, relajado. Se resistió a entrar en el juego de Guevara y Villalta. Pero debió pagar el precio con el menor espacio de palabra y de tiempo de imagen que le ofreció el director de Telenoticias, Ignacio Santos.
Una anotación final. Si debemos decidir nuestro voto por el estilo de hablar, de gesticular, de expresar lo que tienen en su corazón y el poco conocimiento, no solo de la política, de la realidad del país, sino de cultura general que evidencian los tres entrevistados, triste futuro nos espera, a todos los costarricenses.
Cuadro No. 1
Presencia en pantalla, confrontación y tiempo de palabra de los candidatos presidenciales Johnny Araya, Otto Guevara, José María Villalta
Presencia en pantalla |
Confrontaciones
|
Tiempo de palabra
| ||
José María Villalta: 65 Otto Guevara: 60 Johnny Araya 58 | Guevara – Villalta
12
|
Araya- Villalta
9
|
Guevara-Araya
7
| Otto Guevara:20´ J.M. Villalta: 17´ Johnny Araya: 12´ |
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