lunes, 7 de octubre de 2013

¿POR QUÉ RENUNCIÓ EL DR. RODOLFO HERNÁNDEZ?


“LA DEMOCRACIA ESTÁ EN CUIDADOS INTENSIVOS”
“EL PERRO VUELVE AL VÓMITO” (Pr. 26.11)
Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo

Este debió ser el título del artículo difundido por el Dr. Rodolfo Hernández  renunciando a su cargo institucional de candidato a la Presidencia por el PUSC.
Este título y no otro, expresa la esencia de su percepción, luego de 6 meses de haber abandonado su espacio  de confort, como Director del Hospital Nacional de Niños.  Tanto de todo lo perverso que puede albergar el espíritu de la naturaleza humana: intriga, envidia, egoísmo, traición y deslealtad.
El espíritu ingenuo, de naturaleza apacible y ecuánime del Dr. Hernández no pudo soportar tanta maldad. Sus principios morales y religiosos, su educación y cultura, su entorno profesional y familiar se vieron  amenazados desde sus raíces por un hábitat inédito para él y que debió enfrentar completamente solo. Vivió en carne propia, el lado oscuro del ser humano en el proceso mismo de prostituir  un acto que debería ser noble por naturaleza, principio y necesidad. Y sintió pavor.  Entonces comprendió que no era suficiente la motivación. Que no se trataba de un deseo mesiánico de trasladar con una varita mágica como la de Moisés su figura física, imagen, pensamiento, ideales, sensibilidad, amor familiar y estilo gerencial a un mundo oscuro, pantanoso, lleno de pirañas:
“(…) para satisfacer mi vocación: la de servirle a Costa Rica desde un ambiente no contaminado, rodeado de amor, honor, respeto y fraternidad” (refiriéndose al Hospital Nacional de Niños). 
Esto es lo que en verdad debió suceder en el fuero interno del Dr. Hernández. Se lo advirtieron amigos y parientes. Pero, al igual que en el Paraíso, Jehová advirtió a Adán y Eva que si comían la fruta del árbol de la vida y el conocimiento moriría  su inocencia e ingenuidad; y con ello, su “primitiva zona de confort”. Entonces serían expulsados  y condenados a pagar, con dolor y sudor,  el precio de su curiosa debilidad.          
En política y lo saben los bien avezados en esas andanzas, no es suficiente la motivación. Aunque sí es cierto que, cuando se pierde, esta se va de paseo. Sólo que, cuando están involucrados intereses de cúpulas político-empresariales no es tan sencillo recurrir al libre albedrío, como se atrevió a hacer el Dr. Hernández.  Peor aún, cometió un pecado capital imperdonable: abrió la Caja de Pandora. Y lo primero que salió de ella fue la avaricia de las cúpulas político-empresariales.  Y lo que intuíamos apenas, se reveló como una verdad inexorable: mientras “El Doctor”  y con él cientos de miles de electores creemos que nuestro voto fortalece la democracia, las cúpulas político-empresariales construyen, aumentan, consolidan y entretejen sus capitales con nuestros votos. ¿Cómo lo hacen?  Subastan al mejor postor el capital electoral de los partidos guiados por las intenciones de voto expresadas en las encuestas. Así prestan su dinero. 50 mil colones por cada 1000 votos. 10 millones de colones, a cambio del 14% de intención de voto. Eso sí, con la condición de intervenir, lista en mano, en las asambleas generales de elección de diputados. Recuérdese que los diputados aprueban leyes, también partidas específicas y pueden influir  a favor de tal o cual licitación o concesión. (Ejemplo reciente: un diputado del PLN). De esta manera, los comandos de campaña, con el candidato a la cabeza no tienen más remedio que hipotecar los votos de los electores.
Esto dice el Dr. Hernández en su denuncia: “ (…) la democracia está en cuidados intensivos porque los responsables de velar por ella la ultrajaron, la debilitaron, la violaron y pretenden mantenerla así, secuestrada (hipotecada digo yo) para favorecer intereses personales o de grupo que yo no puedo cohonestar”.   
Finalmente. De acuerdo con los argumentos de su renuncia, el Dr. Hernández no tomó la decisión con su comando de campaña. No la consultó con sus asesores, ni con partidarios curtidos en lides políticas. No utilizó la capacidad reflexiva y analítica del hemisferio izquierdo. Se dejó llevar por la parte afectiva, emocional del hemisferio derecho: “Esta decisión que ahora tomo la he meditado junto a los seres que más amo: mi esposa (…) No ha sido fácil para mí acostumbrado a trabajar y vivir sin sobresaltos, apegado siempre a normas éticas y morales. (…)
 Ahora, el ex candidato del PUSC regresa de nuevo “al vómito” (Pr. 26,11).  Poco importa si tomó una decisión apresurada,  si lo traicionó el miedo ante la magnitud de la tarea emprendida, o lo embarcaron, o si se trató de una táctica política en el contexto de una estrategia de campaña electoral.  Como toda profecía auto cumplidora, “el Doctor”  encontrará un terreno ocupado por “otros siete espíritus peores”. (…)  Y su postrer estado viene a ser peor que el primero (Mt. 12; 45). Y no podrá hacer nada por cambiar la “cultura de la política partidaria tradicional” descrita como nunca antes nadie, en el status y rol de un candidato presidencial lo había hecho. Tendría que despedir al ¿95%? de los militantes-partidarios involucrados directamente en la dinámica del proceso electoral.
Los diputados electos ofendidos seguirán con su misión de boicot, ahora más endemoniados, por la imprudencia del Doctor. Y cada trabajador, desde los integrantes del nuevo Comando de campaña, hasta los pega-banderas, fiscales y delegados de mesa se mirarán y dirán, como Judas “¿Seré yo acaso, Maestro?”.
Las cúpulas político-empresariales no renunciarán a sus inversiones. Y la espada de Damocles de la renuncia del Doctor gravitará sobre partidarios militantes y votantes. Los primeros, resentidos porque en su renuncia pública no les dedica ni un gracias a su dedicación incondicional,  gratuita y  voluntaria. Y los segundos, desilusionados porque el arquetipo del candidato prístino, idealista,  comprometido con los pobres y decidido a  extirpar la corrupción a punta de bisturí salió corriendo al primer bombetazo.
 Porque ahora sí, después de la andanada de torpedos lanzados por el Dr. Hernández en contra del baluarte del sistema democrático: el proceso electoral,  son las ilusiones, las esperanzas, las aspiraciones profundas de cambio, de extirpación de la corrupción, de un pequeñísimo respiro para la clase trabajadora explotada, marginada y olvidada las que recibieron las esquirlas. ¿Acaso no estaría pasando lo mismo en los otros partidos?
Esta interrogante nos acompañará a todos los votantes durante los 4 meses de la campaña electoral, poniendo en tela de duda los spots publicitarios, las declaraciones de los candidatos presidenciales, sus actos y promesas.
El Dr. Hernández abrió de par en par el cuerpo podrido de la democracia electoral. Y con su renuncia demostró su incapacidad para curarlo. Haciendo esto, demostró ser el más honesto y valiente de todos los candidatos a la Presidencia de la República.

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