La Presidencia de la República bien vale un sacrificio temporal
RODRIGO ARIAS SE RETIRA, PERO NO RENUNCIA (I ENTREGA)
Luis Montoya Salas
Comunicólogo
Doctor en ciencias de la expresión y la comunicación Universidad de París XIII, Francia.
Rodrigo Arias prefirió evitar un fracaso estrepitoso en la convención del PLN de abril próximo, a la espera de una oportunidad más propicia. No se trata de un “suicidio político”, ni el fin de la “dinastía arista”. Tampoco, de dejar una mancha negra indeleble, en su trayectoria de éxito.
Si la política es “ciencia de realidades”, Rodrigo Arias es el líder político más pragmático de los que han pretendido la silla presidencial en los últimos procesos electorales.
Aun en un país relativamente pequeño económicamente y enredado en un marasma de “ingobernabilidad”, la presidencia de la República es un plato de poder económico y político en extremo apetitoso para renunciar a él al primer grito de la opinión pública expresado de manera subjetiva, en forma de encuestas.
Su reciente renuncia a la pre-candidatura para las elecciones del 2014 es un trago de realidad política, amargo, pero pasajero; circunstancial, pero no definitivo. De sus labios nunca han salido las palabras determinantes: “ Renuncio, hoy, a toda aspiración futura a la presidencia de la República”.
Si asumes las cifras como ciertas, resultan ciertas, en sus consecuencias.
Rodrigo Arias sabe que aunque las encuestas son instrumentos de medición de percepciones subjetivas en momentos determinados, si sus resultados se mantienen a lo largo del tiempo, se convierten en indicadores de tendencias de lo que se espera. Se convierten en profesías autocumplidoras; o mejor, refuerzan el valor predictivo del teorema de Thomas: “si asumes esas cifras como ciertas, resultarán ciertas en sus consecuencias”.
Recuérdese que diciembre del 2012 ya había despedido a Rodrigo Arias con un 32,2% de intención de voto, frente al 65,6% de Johnny Araya entre “las personas que están algo seguras o muy seguras de votarel 21 de abril próximo para elegir al candidato verdiblanco.” (Diario Extra, 10 de diciembre de 2912).
Por otra parte, al tratarse de una convención abierta, también participarían quienes, sin ser liberacionistas, consideran a los Arias con poder excesivo, tanto económico como político para imponer sus intereses a favor de los más ricos, por encima del bienestar del pueblo. Y esta verdad prejuiciosa tiene un peso específico de carga negativa que volcó la balanza a favor de Johnny Araya, un ciudadano que se gana la vida trabajando como alcalde de San José, jovial, enérgico, dinámico, y relativamente joven.
Rodrigo Arias decidió adelantarse a un fracaso estrepitoso en la convención del PLN para no arrastrar consigo a cientos de seguidores, ni dejar una mancha negra indeleble, en su trayectoria de éxitos. Después de todo, el tiempo que pasa borra las malas decisiones, siempre y cuando no tengan consecuencias nefastas. Al renunciar antes, deja abierto un portillo para regresar, en el momento oportuno; quizás, cuando el país esté más deteriorado y don Rodrigo pueda erigirse en el Mesías salvador.
Si la responsabilidad es del líder político, la culpa es de su equipo estratégico de imagen.
Independientemente de las intensas sesiones de trabajo que precedieron a una decisión de tal envergadura, Un mérito adicional tiene Rodrigo Arias con esta renuncia temporal al poder: no le echó la culpa a la estrategia de imagen diseñada y aplicada por su equipo de pre-campaña. En el supramundo de la política, quien pierde no es el pre-candidato, sino su equipo estratégico de imagen.
Ahí, en mi yo interior reside la esencia de la comunicación no verbal y gestual.
Quien decide lanzarse a la palestra política, primero debe aprender a ser pre-candidato y esto se lo enseña su equipo estratégico de imagen.Lo primero que aprende es que la intimidad de su figura física ya no le pertenece. Su rostro, su comunicación gestual, corporal pasa a ser escrutinio público, para convertirse en caricaturas, críticas y, en fin, todo tipo de opiniones infundadas, que a la larga se reflejan en las encuestas. El pre-candidato debe aprender a usar un caparazón tan grueso como pueda cargarlo su Super Yo. Pues es ahí donde somos extraordinariamente frágiles. Ahí, en mi yo interior reside la esencia de la comunicación no verbal y gestual.
El equipo de estrategia política lo somete a un exhaustivo balance de sus fortalezas, sus oportunidades, sus debilidades y amenazas (FODA). Con base en los resultados, se traza el perfil de su personalidad y se le aplica un “maquillaje icónico” (no necesariamente físico) mediante encuadres de cámara apropiados (no necesariamente primeros planos), sobretodo si su rostro no es telegénico por su redondez, exceso de tics nerviosos, y brillantez (sudor, grasa, etc.) como en el caso de Rodrigo Arias.
La figura no es sólo su parecer, sino, la proyección de su verbo: voz y contenido.
En comunicación interpersonal se sabe que el rostro ocupa un porcentaje suficiente de la figura física, para establecer relaciones armoniosas, o rechazos inexplicables. Pues la figura de alguien no sólo es su parecer, sino y sobretodo, la proyección en los otros de su verbo: voz y contenido.
La figura física deviene en imagen y se instaura en el imaginario colectivo, gracias al tratamiento que su equipo estratégico le imprima al pre-candidato. La imagen es la psicología aplicada que todos realizamos ante y a otra persona, influenciada por las emociones. Opera en una relación personal de cercanía, o mediada por la TV. Los ojos, pero sobre todo la mirada, junto con los labios, se convierten en la función más atractiva y atrayente del rostro. Porque quien mira se compromete y se expone a ser mirado.
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