viernes, 17 de agosto de 2012

Comunicar la crisis en el caos planetario

“COMUNICAR” LA CRISIS EN EL CAOS PLANETARIO
Dr. Luis Montoya Salas
(*) Doctor en ciencias de la expresión y de la comunicación por la Universidad de Paris XIII. Ex- director de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Costa Rica.
“Abstract.  La comunicación está, desde los tiempos primigenios en el libre albedrío, en el conflicto, en la confrontación de la raza humana. No obstante, su esencia: esto es “la naturaleza de la comunicación está  en la naturaleza de los seres humanos y las cosas” (Montoya: 2009)  ha sido trastocada e impuesta por otra premisa: las personas y las cosas están en la naturaleza de la comunicación.
Así se explicaría  por qué campea en todo el orbe, la incomunicación, generando conflictos que amenazan a la humanidad con hacer insoportable, el caos planetario.  A menos que, en un acto de profunda y rigurosa humildad, el poder mundial acepte y reconozca a la comunicación como la salvaguarda del hábitat esencial: la conciencia, el espíritu, la identidad de la raza humana.
Luis Montoya Salas  ( * )
            En el principio era el Verbo. (Jn. 1,1). Y el verbo le fue dado al hombre para que, nombrando las cosas, los animales, las aves, las plantas, los árboles del Edén (Gen. 2, 19-20) pusiese orden en el caos.
            Pero al violentar este precepto, el ser humano en las figuras míticas de  Adán y Eva (sin apellidos), fue castigado por Jehová a subsistir con el sudor de su frente, en el trabajo cotidiano.
            De nuevo, los seres humanos quisieron sobrevolar los linderos horizontales establecidos por Jehová, “construyendo una torre cuya cúspide llegue al cielo” (Gen. 11,4)
            Entonces Jehová dijo:
“He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero” (Gén. 11, 6-7).
Entonces Jehová los esparció desde ahí, sobre la faz de la tierra. (Gén. 11, 8.)
            Estas menciones bíblicas sugieren que por doquiera  se le aborde,  la comunicación está desde los tiempos primigenios en el  libre albedrío, en el  conflicto, en  la confrontación de la raza humana.
Así podemos afirmar, parafraseando a Karel Kosick (“es la preocupación quien tiene al hombre y no el hombre quien tiene preocupación”) (2002:87),  que   la comunicación está  en la naturaleza de las personas y de las cosas  y no  las personas y las cosas en la  naturaleza de la comunicación”  (Montoya, Luis: 2009, inédito)
EL  MISTERIOSO DON DEL LENGUAJE
“Las posibilidades de confrontación y de liberación  del individuo descansan  sobre una memoria virtual  cuyo contenido pertenece a la sociedad”.
André Leroi-Gourhan
Le Geste et la parole.  Technique et langage. 1963: 34 
            El lenguaje es una adquisición tardía del homo sapiens que ha ocupado la atención de socio lingüistas como Basil Bernstein (1986:80-125); de psicólogos como Castilla del Pino (2001:18-24) y  François Laplantine (1999:13-22); de  paleontólogos y  biólogos como André Le Roi Gourhan (1965); de filósofos como Karel Kosick  (2002) y, evidentemente, de científicos de la comunicación como George A Miller (1988), Paul Wastzlawick (1989) y Pierre Shaeffer (1987) por citar solamente algunos nombres consultados para  la presente publicación.
            Este  ensayo  no aborda propiamente el problema del lenguaje. Pero sí subraya, siguiendo a Leroi- Gourhan, el inmenso paso dado por el antropoide en su proceso evolutivo, a partir de  su posición de pie, un rostro corto, manos libres durante la locomoción y la posesión de herramientas amovibles; todo ello como criterios fundamentales de humanidad (Leroi-Gourhan 1965:33).
            Para Leroi-Gourhan, el problema de la memoria operatoria se encuentra dominado  por el lenguaje. Este lenguaje surge de un cerebro caracterizado en el hombre, por ser un aparato de confrontación que le permitirá más tarde tomar decisiones.  Así, los condicionamientos genético y de la experiencia individual son resueltos por la educación, por medio  de la cual los individuos reciben todo su comportamiento operatorio. (1965:11). 
            Pero de todos los hallazgos evidenciados por Leroi-Gourhan en su profuso  estudio sobre el gesto, la palabra, la memoria, el lenguaje las técnicas y ritmos  desarrollados  por el ser humano en el largo trayecto de su evolución, las siguientes afirmaciones subrayan el verdadero impacto del lenguaje sobre el surgimiento de la civilización y la cultura:
“Cuando la figuración gráfica aparece, se restablece un paralelismo, la mano tiene su lenguaje cuya expresión  remite a la visión; el rostro posee el suyo que está ligado a la audición; y entre los dos reina ese halo que confiere un carácter al pensamiento anterior a la escritura propiamente tal. El gesto interpreta la palabra; la mano comenta el grafismo. En el estado del grafismo lineal que caracteriza a la escritura, la relación entre los dos campos evoluciona nuevamente: el lenguaje escrito se subordina completamente al lenguaje verbal, fonético y temporalmente lineal. El dualismo verbal-gráfico desaparece y el hombre dispone de un aparato lingüístico único, instrumento de expresión y de conservación de un pensamiento canalizado cada vez más hacia el razonamiento”. (1964:290-291).
            Si al Homo Sapiens le tomó millones de años (en un proceso metódico, riguroso, preciso y precioso, como son todos los procesos generados desde la Naturaleza), darle sentido al concepto de humanidad siempre acompañado por  la comunicación, ¿por qué en el inicio del siglo XXI, se le señala como la responsable mayor del caos, de la crisis y en fin, del apocalíptico impasse que amenaza la existencia de la raza humana?
¿ES LA INCOMUNICACIÓN, CONSUSTANCIAL AL SER HUMANO?
Entreverado con los anteriores argumentos, Castilla del Pino, psicólogo argentino sostiene que la INCOMUNICACIÓN es el rasgo predominante en la época actual.
            Para Castilla del Pino, las emociones interfieren en los instrumentos y mecanismos de la percepción de la realidad. El cerebro emocional interpreta, al tiempo que introduce sus propias limitaciones en el proceso de la comunicación. Se superponen los sobreentendidos, los malos entendidos, las subjetividades, las visiones personales, los juicios, los prejuicios en razón de las limitaciones físicas, conceptuales y naturales de los individuos para abordar la comunicación, en su dimensión global (2001:23).
LAS VOCES DE LA IMAGINACIÓN COLECTIVA.
“Hay dos maneras de que una sociedad o un grupo social se vuelvan locos: por rechazo alucinante  de lo real, pero también por falta de imaginación colectiva  en el estudio alucinado por lo real”.                                                                                                   François Laplantine.
Las tres voces de la imaginación colectiva. 1999:16.
En las antípodas del problema, François Laplantine enuncia su teoría de las tres voces del imaginario colectivo: la posesión, la utopía y el mesianismo en los siguientes términos:  
            El mesianismo, la posesión y la utopía son reacciones antropológicamente normales de una sociedad que se halla, o bien amenazada desde adentro por sus propias transformaciones socioeconómicas, o bien agredida por una cultura extraña. Así, estos tres tipos de respuestas obedecen a fenómenos de degradación de los vínculos sociales tradicionales o de aculturación pronunciada. O cuando la evolución de las relaciones sociales y económicas de producción acarrea cambios considerables de las relaciones que el grupo mantiene en su interior. (1999:44)
LA COMUNICACIÓN SERÁ  INFINITA, 0 NO SERÁ
            Occidente necesitó varios siglos para enfrentar con coraje la creación de su propio pensamiento, frente al espejismo de impresionante grandiosidad de la cultura antigua greco-latina.. Esta emancipación debió arrancarse por la fuerza “a las profundidades del inconsciente”, para producir conceptos como la variable, la  simbólica, la ecuación y la función que le permitirían a la ciencia occidental llegar hasta los niveles de complejidad y sofisticación que hoy conocemos. Waslawick, (1989: 18,19)
En Occidente y únicamente en Occidente nació el Estado como institución política con una constitución escrita, un derecho racionalmente establecido y una burocracia. Y sólo en Occidente surgió “la potencia más decisiva de la vida moderna: el capitalismo (M. Weber 1976:13-14). Nacieron también, la radiofonía (Marconi inscribió en 1896 la primera patente), como de hecho la inmensa mayoría de los inventos susceptibles de producir fenómenos masificadores y generadores de “caos”, como la imprenta de caracteres movibles de Gutenberg (1438), el telégrafo (1833), las ondas hertzianas (1887), para citar aquellos que han sido profusamente estudiados, en razón de su evolución en el tiempo.
De la prensa de Gutenberg, por ejemplo, algunos autores (Pierre Albert: 1974:9) sostienen que “propició el surgimiento del protestantismo y el consiguiente  enfrentamiento  (Concilio de Trento, 1545-1563)) con la jerarquía católica de lo cual derivarían  sangrientas guerras religiosas, .al facilitar la reproducción rápida de un mismo texto, como la impresión de la primera Biblia, en el mundo.
En el otro extremo, a principios del siglo XX, el impacto causado por la radiodifusión usada con propósitos propagandísticos, tanto por la dictadura marxista de la (entonces) Unión Soviética (1917) como por el nacional-socialismo alemán (1933-1945) inspiró a  Serge Tchakotine, sociólogo alemán, a escribir su obra “La “violación de las masas por medio de la propaganda política” (Francis Balle 1968:230).
            El ser humano conoció la comunicación en el instante en que conoció (como Adán y Eva y los “babéilicos”), el pecado original de su poder. Esta poderosa herramienta ha sido usada con propósitos de  confrontación, de crisis, de conflicto, a partir del momento en que se le vinculó estrechamente al poder. Ejemplos abundan, desde los orígenes mismos de la humanidad: con el descubrimiento del fuego y las pugnas entre tribus por su posesión. La comunicación hizo posible la transmisión del conocimiento empírico resultante de la construcción de herramientas, que desembocaría en la metalurgia y su uso en la construcción de armas para las sangrientas guerra de  conquistas, a todo lo largo de la historia de las naciones. También fue  indispensable en el surgimiento de la agricultura y el comercio, con la correspondiente división del trabajo y el dominio y control de unos pocos (los sabios) y los poderosos económicamente sobre los esclavos de la gleba, los obreros y las legiones de asalariados; e imprescindible, en el descubrimiento de la lectura, la escritura y el lenguaje verbo-gestual, que marcaría la diferencia entre los letrados y los ignorantes.   Y al ver los resultados que obtenía así en el plano personal como en el macro social perfeccionó, hasta niveles de sofisticación y de velocidades nunca antes alcanzados,  los instrumentos de su difusión.
SALIDAS DESDE LA COMUNICACIÓN
Si desde el ámbito de la semiótica, “la comunicación está en la naturaleza de las personas y de las cosas y no las personas ni las cosas en la naturaleza de la comunicación” (Montoya, 2009: inédito) (enunciado que rompe la forma tradicional de abordar el estudio de la comunicación) resurge una oportunidad para que, en una lógica de opuestos, esta cualidad exclusiva del ser humano enfrente el caos planetario desde la perspectiva más simple y natural: reivindicando el derecho de los seres humanos a la salvaguarda de su hábitat esencial: la conciencia., el espíritu, la identidad. Se debe empezar como desde el principio de los tiempos, paso a paso, individuo por individuo, en un trabajo silencioso de construcción de redes de relaciones interpersonales apoyándose, ¡oh paradoja! en el más revolucionario de todos los inventos de la humanidad, internet.
En su monumental obra “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, Max Weber habría establecido desde principios del siglo XX los preceptos del equilibrio natural del espíritu capitalista:
“El capitalismo se identifica más con la moderación racional de los impulsos irracionales que apuntan hacia la (insaciable) sed de adquirir, de buscar el lucro, de obtener la mayor y más grande cantidad de dinero. (…) Por tanto, la acción económica capitalista se fundamenta sobre la expectativa de un provecho económico explotando las posibilidades de intercambio, es decir, de las oportunidades pacíficas del lucro” (1976:15)
Al violarse el principio elemental del control racional de los instintos, el poder económico mundial habría impuesto una dictadura del consumo, del egoísmo, de la avaricia y la desagregación social, a ultranza. Brotaron grupos exclusivos y concentrados en las grandes metrópolis que empezaron a desperdiciar la riqueza y los conocimiento e información circulantes por la red de redes. Y hoy el mundo entero paga con  sacrificios económicos draconianos.
Aunque resulte inaudito decirlo, quizás las bases primitivas de las sociedades resulten ser las más favorecidas del actual caos planetario. Pues sus intercambios de información sobre el diario acontecer mediante procedimientos tradicionales y a la velocidad de lo cotidiano, mantienen un residuo insignificante de la pérdida de información y de energía  de  la extraordinaria y asfixiante abundancia de los poderosos que amenaza con bloquear, desnaturalizar y destruir la natural identidad del ser humano.
 Entonces, al final de los tiempos, la herencia del Universo podría quedar  en poder de los últimos en la escala evolutiva tecnológica; es decir, los marginados de las tecnologías de la información y la comunicación, .tal y como testimonia la historia de las revoluciones.

BIBLIGRAFÍA
Albert, Pierre (1974) Histoire de la presse. Presses universitaires de France (PUF).
125 pages.
Balle, Francis (1983) Institutions et publics des moyens d`information. Presse – radiodiffusion – télévision. Editions Montchrestien, Paris. 696 pages.
 Bernstein, Basil (1986) Langage et classes sociales. Codes socio-linguistiques et contrôle sociale. Les éditions de Minuit. Paris, 347 pages.
Castilla del Pino, Carlos  (2001). La incomunicación. Ediciones Península. España, 154 páginas.  
Karel, Kosick  (2002) Dialéctica de lo concreto. Editorial Enlace-Grijalbo, México. 269 páginas.
Laplantine, François (1999) Mesianismo, posesión y utopía: Las tres voces de la imaginación colectiva. Editorial Gedisa. España, 266 páginas.  
Le-roi Gourhan, André (1965). Le geste et la parole. I et II. Albin Michel, Paris. 285 et 323 pages.
 Miller George A (1988) Psicología de la comunicación. Editorial Paidós. 155 páginas
Shaeffer, Pierre (1987). Représentation et comunication. In Sémiotique de la représentation.  Éditions Complexe. Bruxelles. Pages 167-193.  
Weber, Max (1976) L`éthique protestante et l´esprit du capitalisme. Editions Librairie Plons. 340 pages.
Wastzlawick Paul (1989).  Une logique de la communication. Editions du Seuil. Paris, 286 pages.



sábado, 4 de agosto de 2012

MI FE ACTIVA NACIÓ COMO DIRECTOR DE LA ESCUELA DE COMUNICACIÓN (EECC).

MI  FE ACTIVA  NACIÓ  COMO DIRECTOR DE LA ESCUELA DE COMUNICACIÓN (EECC).
Dr. Luis Montoya Salas
(Comunicólogo)

 “Pues ya saben que cuando su  fe es puesta a prueba,
ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento.
Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección,
a  la madurez plena, sin que les falte nada”
(Santiago 1,3,4)
“Todo  acto de fe es un acto consciente, reflexivo, creativo,
dinámico, de rigurosa disciplina y concentración mental y
espiritual. El acto de fe compromete todos nuestros sentidos, neuronas:
todo  nuestro cuerpo.
En la fe,  más que el decir está el hacer”
Luis Montoya Salas  

Sólo mantenerme en el cargo durante los 4 años para los que fui electo como director de la ECCC de la UCR cuyas asambleas eran una eterna zambumbia de pleitillos ideológicos era ya, y de por sí, el mayor éxito logrado por director alguno. El resto vino por añadidura, a la espera de un tiempo cuántico, como el presente, para  pregonarlo  al norte, al sur, al este, al oeste, hasta las ondas satelitales en el cielo  y por la fibra óptica de las redes sociales:  para quienes tengan oídos para ver y oídos para escuchar…
La fe en un dios, cualquiera que este sea  es un valor humano supremo, un derecho humano ejercido por cientos de millones de creyentes en el mundo. Es la certeza de la única opción de respuesta en el clímax de la desesperanza, cuando ya no existe otra posibilidad. ¡Es el milagro!, el premio, la redención y la demostración misma de la existencia de la fe.
Como estudioso del funcionamiento del cerebro, creo que  Dios está en nuestro cerebro dando fuerza a las decisiones que tomamos. Jesús, el Hijo, está en el corazón con toda su bondad. Y el Espíritu de Dios está en los centros de energía para establecer el equilibrio, la unidad, la sabiduría en las decisiones que tomamos.

En 1993 y 1994 sin ser creyente,  hice mi primera profesión de fe consciente de cada palabra escrita : “La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
 Así titulé la presentación en la Revista Sinergia de 1994 de la publicación de varias ponencias  presentadas  en  el  I y II Encuentro sobre la comunicación  convocado y organizado por la Escuela de Comunicación de la UCR en el contexto de la celebración de su XXV aniversario de fundación. El slogan: “Sin humanismo, la globalización es opresión”. Y el tema, “Exigencias profesionales en un mundo de profundas transformaciones”.


Del 25 al 29 de octubre de 1993 nos reunimos en el Gran Hotel Costa Rica profesores y alumnos. Trabajamos en paneles y mesas de estudio y escuchamos conferencias magistrales de conferenciantes extranjeros. En esa época ya se hablaba de responsabilidad social de la prensa ; y el narcotráfico, el aumento de la delincuencia, la corrupción y los conflictos bélicos en la región constituían temas de agenda. Un objetivo específico: Confrontar la reflexión académica con los avances tecnológicos u oferta tecnológica actual; así como, con las prácticas profesionales vigentes.
Ante las expectativas detectadas en el I Encuentro del 93 la ECCC convocó a un segundo encuentro,  en 1994. Esta vez se realizó en el Hotel Zurquí,  tan exitoso en asistencia como en contenidos. Asistieron expertos en comunicación mexicanos, peruanos, guatemaltecos, norteamericanos, españoles y connotados profesionales costarricenses.
Mi motivación para impulsar la celebración de estas actividades académicas era muy sencilla. ¿Por qué todas las otras escuelas  académicas universitarias realizaban congresos, seminarios  y actividades académicas complementarias y la ECCC no?
Que yo sepa, ni la ECCC,  ni el Colegio de Periodistas a quien corresponde por ley realizar estas  actividades académicas  convocaron al III Encuentro sobre la comunicación, ni a algo parecido al  impacto y magnitud del  I y II Encuentro sobre la comunicación de 1993 y 1994.
Como su director (1991-1995) el primero desde la fundación de la Escuela que se mantenía en el cargo los 4 años a tiempo completo y sin faltar un solo día (con excepción de los viajes que debí realizar a Estados Unidos, Colombia, Perú, Honduras en el desempeño de mi cargo) me propuse organizar  dos encuentros, sin un centavo para ello, en las arcas de la Escuela. Le propuse al Rector Luis Garita el proyecto. Obtuve su  aprobación.  Luego negocié los recursos económicos con la Asamblea Legislativa, la Casa Presidencial, El Banco Crédito Agrícola de Cartago Lacsa, la línea aérea nacional de entonces y sobre todo, del Colegio de Periodistas.
De pronto y por la voluntad de las partes, un enfrentamiento  irracionalmente inexplicable entre la Escuela de Comunicación y el Colegio de Periodistas, de larga data,  llegaba a su fin. Y de ello resultaba la primera sala de redacción dedicada a Joaquín García Monge debidamente computadorizada donada por el Colegio de Periodistas con aportes de la Universidad de Costa Rica. De un plumazo, quedaban atrás las viejas máquinas mecánicas de escribir y los alumnos serían supervisados por el profesor de los talleres de periodismo desde un computador central.
También me correspondió  celebrar los 25 años de creación de la Escuela de Periodismo con la publicación de unas estampillas por parte de Correos de Costa Rica con el logo que aún hoy utiliza esta Unidad académica.
Tantos logros en tan poco tiempo; y haber salvado en 1991, a la Escuela de una intervención por parte de la Rectoría me indicaban que algunas cosas buenas estaban ocurriendo en favor de la enseñanza de la comunicación. No se trataba exclusivamente  de mi gestión, ni del apoyo incondicional de la Rectoría.
En ese entonces estaba muy ocupado en preocuparme por cumplir mi función de director, como para pensar en asuntos del espíritu. Ante mis ojos desfilaban los hechos probatorios de que algo diferente y superior estaba ocurriendo en esta unidad académica. Pero por aquellos años no profesaba otra fe que la del trabajo intenso, dedicado, excluyente de otra actividad familiar, social, o religiosa. 
Al concluir mis 4 años como director sometí,  de nuevo, mi nombre para otro período. Pero había tomado decisiones que más tarde los miembros de la Asamblea me cobrarían. En la ECCC de entonces  no era costumbre ni se aceptaba enfrentar a quienes durante muchos años  usufructuaron de su  poder en la ECCC.  Y es que al tomar el mando de la dirección decidí mantener libertad de criterio y no subordinarme a  poderes anquilosados. También apliqué  estrictamente la normativa en la asignación de cargas académicas que afectó a algunas profesoras cuya plaza principal estaba en otras unidades académicas. 
También nombré a una profesora para que pusiera orden en una unidad vital para la Escuela: el CEPROAV, que por entonces era territorio de los técnicos. Este hecho provocó una reacción de los afectados, aliados de una secretaria de la Escuela cercana al anterior director. Me enteré, por intuición más que por instinto que se estaba convocando a una asamblea de escuela para destituirme. Ante esta realidad tuve que sacrificar a una excelente profesora, con cualidades y honestidad probadas, para evitar un conflicto más en una unidad académica que, antes de mi período lo resolvía todo con paros o amagos de huelga.
Hoy, cuando me siento a escribir estas reflexiones sobre la fe me vienen  a la memoria  los 4 años, 1.448 meses, 43.440 días, las 1,042.560 millones de horas y los 62,553.600 millones de minutos correspondientes a mi gestión como director de la ECCC.  Aumentan entonces,  mi certeza y convicción de creer  que en cada segundo de este período, el más productivo y crucial de mi vida profesional,  siempre tuve a mi lado esa fuerza espiritual invisible pero muy poderosa que me acompañó, me salvaguardó, me inspiró y que, pese a las intrigas universitarias que abundan y constituyen un poder por encima de cualquier poder material y humano,  salí bien librado y con una gestión exitosa como el primer director de la ECCC.
Sólo mantenerme en el cargo durante los 4 años para los que fui electo en una escuela cuyas asambleas eran una eterna zambumbia de pleitillos ideológicos   era ya y de por sí el mayor éxito logrado por director alguno. El resto vino por añadidura, a la espera de un momento cuántico como el presente para  pregonarlo  por las redes sociales para quien tenga oídos para ver y oídos para escuchar.
No esperé agradecimientos ni reconocimientos, porque para eso recibía un recargo del 65% de reconocimiento salarial. Tampoco me incomodó no ser invitado a la celebración del 40 aniversario al lado de otros tantos directores. De ello  me enteré varios meses después….  
 Pero de mis 4 años como director sí me quedó la inmensa satisfacción de enfrentarme a la Asamblea de escuela y a los mismos dirigentes estudiantiles para lograr el ingreso a la escuela de los despectivamente llamados “Supernumerarios”, un grupo de 25 estudiantes con notas superiores a 8,5 que presionaban por ingresar a la escuela, además de los 25 ya aceptados por promedio ponderado situado en 90.
Ese año y ante la presión estudiantil en toda la UCR la Rectoría estableció la categoría de los “supernumerarios” para las unidades académicas con políticas restrictivas de ingreso. Yo negocié con el Rector el aumento de la cuota de la ECCC a cambio de más tiempos completos y más recursos audiovisuales.  Y lo hice convencido que la nota de admisión impuesta por la ECCC no evaluaba  en estricto sentido el nivel cognoscitivo, ni inteligencia, tampoco  excelencia de los candidatos a ingresar a la ECCC,  en razón de las materias evaluadas para establecer esos promedios. Es decir: los alumnos que ingresaban a la escuela no eran genios como podrían ser los de las ingenierías y ciencias puras en general.  Existía un espejismo creado para camuflar los deficientes  niveles de conocimiento y exigencia  por parte de los mismos profesores de la ECCC. Pero esto es un enano de otro cuento.


Apuntes sobre la fe, desde la comunicación.
“Fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”-   Certeza es creencia absoluta en algo o alguien, sin asomo de la menor duda. Lo que se espera está por venir. No ahora, ni mañana,  sino en el tiempo mismo de la espera.  Convicción es un compromiso conmigo mismo de y en algo.  Certeza es creer en lo que nuestros sentidos no pueden percibir en concreto y de manera tangible. Y que solo por medio del espíritu podemos intuir. El instinto es a la convicción como la intuición es a la certeza. La certeza es más racional, la convicción es más instintiva.
La convicción alimenta a la certeza y ambas construyen la fe. Mientras la convicción es proceso, la certeza es un hecho cumplido. Debe acontecer lo que se espera, por convicción. Lo que no se ve es mejor definirlo como lo que está invisible a los sentidos  en el tiempo y en el espacio pero que se sabe instintivamente que está ahí, a la espera de su revelación.
En tanto que proceso, la convicción se construye, se moldea con disciplina, rigurosidad,  energía espiritual. Es una actitud frente a las circunstancias más que ante los hechos. No es solo un instante de resplandor emocional, o de energía que brota mientras se entonan cánticos sagrados. La fe es una comunicación interior con el espíritu de Dios que habita en nosotros. Creemos en su existencia, con certeza y convicción y obtenemos recompensa. El espíritu de Dios nos indica el tipo y momento de la recompensa. Pero debemos estar atentos a sus señales, sin distracciones emocionales que nublen, distorsionen el momento de la bendición, del milagro.
La fe en un dios cualquiera que este sea  es un valor humano supremo, un derecho humano ejercido por cientos de millones de creyentes en el mundo. Es la certeza de la única opción posible de respuesta en el clímax de la desesperanza, cuando ya no existe otra posibilidad. ¡Es el milagro!, el premio, la redención y la demostración misma de la existencia de la fe.
Cristo vino a  traer la luz y a liberar a aquellos que están en la oscuridad y desean vivir la paz, alcanzar la sabiduría y llegar a comprender en fe, por qué las cosas suceden, por más duras, feas y negativas que aparenten ser. Y no la comprendamos en el momento. Su respuesta está en Cristo  y en la fe y en el mañana porque Jesús es dueño del tiempo de nuestros actos.
Cuando escuchamos tan seguido y mecánicamente la frase Dios te guarde,  Vaya con Dios, Dios es grande  obviamos el poder real de las palabras. “De lo que habla la boca  abunda  en nuestro corazón” , nos recuerda Jesús. Presta mucha atención a las palabras que usas. Ellas tienen
una fuerza enorme, pueden sanar o herir a las personas de nuestro alrededor. Las palabras que emitimos son el reflejo de nuestro mundo interior.
Las palabras emiten sonidos. Y todos sabemos hoy, que los sonidos se transforman en vibraciones. Es más: la voz no es otra cosa que la vibración de cuerdas vocales por efecto del aire que exhalamos para hablar. Las palabras que escuchamos resultan de la adaptación de todo el sistema de fonación respecto de las vocales y consonantes.  De otro modo, ¿cuál sería la razón y justificación al largo proceso que llevó al ser humano desde su ausencia de voz hasta la utilización de todos los órganos y mecanismos utilizados para producir la palabra?

En nuestra cultura moderna donde para muchos ver es creer: ,¿existen evidencias que la vibración y el sonido pueden afectar la materia, interactuar con nuestras moléculas y estimular la creación
de una nueva realidad y hasta provocar la auto curación? Y en ese caso, ¿podemos nosotros medir sus efectos?

En el siglo dieciocho, el científico alemán y músico Ernst Chladni, conocido como el padre de la acústica, dio un paso hacia contestar estas interrogantes. Él demostró, en simples y sencillos
experimentos visuales, que el sonido afecta la materia. Cuando él tomó un arco de violín alrededor del borde de una placa cubierta con arena fina, la arena formó varios patrones geométricos, como
se muestra abajo.
Otro pionero en esta arena fue el Dr. Hans Jenny. Suizo, doctor en medicina y científico, Dr. Jenny comprendió la importancia de la vibración y el sonido, y partió para estudiarlos de un único ángulo. Sus fascinantes experimentos en el estudio de fenómenos de ondas que él llamó cimática - cymatics (del kyma griego, significando .la onda.), nos proporciona nada menos de cuadros de
cómo el sonido influencia la materia.
En los años sesenta, el Dr. Jenny puso arena, fluido y polvos sobre platos de metal, que él hizo vibrar con un generador especial de frecuencia y una bocina. Sus experimentos produjeron bonitos e intrincados patrones que eran únicos para cada vibración individual. El sonido pulsaba a través de la sustancia. Si se detenía el sonido, el patrón colapsaba. Para muchos, estos experimentos muestran que el sonido puede, de hecho, alterar formas, que diferentes frecuencias producen diferentes resultados, y ese sonido realmente crea y mantiene la forma.
Aunque es mejor conocido por sus estupendas imágenes de cimática, el Dr. Jenny también era artista y músico, así como filósofo, historiador y científico físico. Quizás más importante, él era
un estudiante serio de las maneras de la naturaleza con los poderes perspicaces de observación.
Ya fuera el ciclo de las estaciones, las plumas de un pájaro, una gota de lluvia, la formación de patrones climáticos, montañas u ondas - o aún la poesía, la tabla periódica, música o sistemas
sociales - el Dr. Jenny vio un subyacente tema unificador: patrones de ondas, producidos por vibración.
.Dondequiera que vemos, podemos describir lo que vemos en términos de periodicidades y ritmos,  escribió. .
 Para él, todo reflejaba inherentes patrones de vibración, involucrando número, proporción y simetría.lo que él llamó el principio armónico.  El Dr. Jenny animó a continuar la investigación del fenómeno de ondas. El propósito de tales estudios, explicó, era .escuchar. los
sistemas de la Naturaleza. .Lo que queremos hacer es, que aprendamos a .escuchar. los
procesos que florecen en las flores, a .escuchar. la embriología en sus manifestaciones y aprehender el proceso de interiorizar,. escribió.
Nuestras Células Responden al Sonido
Las implicaciones del trabajo del Dr. Jenny son inmensas, especialmente para el campo de sanar y medicina vibratoria. Si el sonido puede cambiar las sustancias, ¿puede alterar nuestro
paisaje interior? Puesto que los patrones de vibración son ubicuos en su naturaleza, ¿qué papel juegan creando y sosteniendo las  células de nuestros propios cuerpos? ¿Cómo los patrones
vibratorios de un cuerpo enfermo difieren de los patrones que el cuerpo emana cuándo es saludable? ¿Y podemos darle vuelta a  las vibraciones enfermas y volverlas saludables?
Mientras el Dr. Jenny no se enfocó en las posibilidades curativas del sonido y vibración, su trabajo inspiró a muchos cuyo destino era hacer eso.
Dos otros investigadores que han creado una abrumadora evidencia visual del poder del sonido son los científicos japoneses, Masaru Emoto y Fabien Maman. Maman, compositor francés,
acupunturista y bioenergetista, y Helene Grimal, una bióloga, experimentaron con células saludables y células cancerosas para ver cómo ellos responderían a la voz y a los varios instrumentos.
En su libro El Papel de la Música en el Vigésimo primer Siglo, Maman reporta que entre los dramáticos efectos de sonido que capturaron en sus fotografías estaba la progresiva desestabilización de la estructura de células cancerosas. Cuando
Maman tocaba sonidos que progresaban hacia arriba de la escala musical, las células cancerosas eventualmente explotaron.
El Científico japonés, Masaru Emoto mostró los potentes efectos del sonido, fotografiando cristales de agua. En sus notables experimentos, él tocó música clásica y canciones folklóricas de
Japón y de otros países a través de portavoces puestos al lado de
las muestras de agua. Él luego congeló el agua para hacer cristales y comparó la cristalina estructura de diferentes muestras. Con cada pieza musical, la muestra de agua formó diferentes cristales, hermosamente geométricos. Cuando tocó música metalica pesada, la estructura hexagonal básica del cristal de agua se quebró en pedazos.
En otro experimento, Emoto y trescientos otros se congregaron en las orillas de un lago fuertemente contaminado en Japón, y habló en voz alta una afirmación de paz y gratitud. Los cristales del agua cambiaron de una nublada y torcida imagen antes de la oración, a
lindos cristales geométricos, después de la oración. Grupos más pequeños de personas han repetido este experimento en otros lagos alrededor del mundo, con resultados similares a los
que Emoto. (Tomado de La Ley de la Atracción Mitos y verdades sobre el secreto más extraño del
mundo. Dr. Camilo Cruz.

Para mí, un estudioso del funcionamiento del cerebro Dios está en nuestro cerebro dando fuerza a las decisiones que tomamos. Jesús, el Hijo, está en el corazón con toda su bondad. Y el Espíritu de Dios está en los centros de energía para establecer el equilibrio, la unidad, la sabiduría en las decisiones que tomamos.

 1 Timoteo 6, 11:   “Pero tú, hombre de Dios, lleva una vida de rectitud, de devoción a Dios, de fe, de amor, de constancia y de humildad de corazón”. 12. Pelea la buena batalla de la fe, no dejes escapar la vida eterna, pues para eso te llamó Dios y por eso hiciste una buena declaración e tu fe delante de muchos testigos”.

viernes, 3 de agosto de 2012

YO NO PASE POR EL SEMANARIO. AYUDÉ A FORJARLO

YO NO PASÉ POR EL SEMANARIO UNIVERSIDAD. YO CONTRIBUÍ A FORJARLO
Luis Montoya Salas, ex administrador de la U

Antes de viajar, en agosto de 1976 a Francia, como el primer becado de la novel Escuela de Periodismo de la UCR,  yo administraba el semanario Universidad.



Eran los tiempos de la Guerra Fría y el semanario dirigido por Mario Zeledón, filólogo de formación y a la sazón recién graduado  de periodista le imprimía a la línea y política editorial un sello de denuncia en contra del status quo. Yo mismo, siendo administrador y estudiante de periodismo realicé, bien lo recuerdo, sendos reportajes sobre la contaminación del estero por parte de (ex)  Fertica y sobre un negocio con frijoles por parte del Consejo Nacional de la Producción.
Un  personaje que contribuyó  a brazo partido con el posicionamiento de los periódicos en los puestos de venta en San José y Valle Central, José Antonio Vargas debe ingresar a la lista de Facebook de los que “pasaron” por el semanario. Todos los lunes, bien temprano, con un entusiasmo loco y digno de reconocimiento montaba los paquetes de periódicos en un pick-up y hacía su recorrido. Al final de la semana nos reuníamos con el director para hacer el balance de las ventas.
Yo, por mi parte, con la experiencia en diseño todo muy empírico y elemental obtenida en el antiguo CESPO Centro de Estudios en Población bajo la dirección del hoy periodista deportivo Mario Vargas establecía cruces de variables entre el color plano asignado a la portada de tal edición con el volumen de ventas. Y comprobé, entonces, que 2 colores particularmente incidían sobre las ventas: el morado y el azul sobre el verde y el amarillo. Esta información se le comunicaba al diagramador,  quien a su vez ordenaba a la Oficina de Publicaciones de la UCR la impresión correspondiente.
Un período aciago, aunque folclórico de la vida universitaria por aquellos años eran los pregoneros voceando “la U” por todo el campus. Se trataba de niños menores de barrios marginados de los alrededores  que debían estar en la escuela, pero más necesitaban el cinquito obtenido de la venta de periódicos y el semanario los utilizaba como parte de su primitiva estrategia de venta. No recuerdo y esto es un mea culpa, que el Semanario ni la Universidad les ofrecieran condiciones de ayuda para facilitarles su inserción en la escuela. Se trataba de niños bien pobres, pero igual de honrados.  Los lunes, quizás sin desayunar, los pregoneros inundaban la entrada del Edificio de aulas en Ciencias Sociales y lidiando con Rocío Ortíz Contreras se echaban al hombro su paquete de periódicos  y sólo los veíamos al final de la mañana con la parte de sus ventas y la devolución de periódicos. En el instante se les cancelaba su comisión; y si quedaban periódicos (la mayoría de las veces) seguirían rondando durante la semana.
Han transcurrido casi 36 años desde entonces. Cientos de estudiantes se forjaron en la sala de redacción del semanario y difundieron sus ideales en medios informativos comerciales y sufrieron expulsiones y quedaron marcados y marginados como izquierdistas, “revuelca albóndigas”, bochincheros. Millones de ejemplares se imprimieron y otros tantos sirvieron para crear una conciencia crítica sobre la realidad social de aquellas épocas convulsas.   
Por mi parte, yo viajé a Francia con mi esposa de entonces y mi hija en un exilio de 4 años, sólo conectado a Costa Rica por cartas esporádicas, casetes grabados con música nacional y saludos de mis suegros y la espera mensual del cheque depositado en la Banque Nationale de Paris que siempre constituía un verdadero acontecimiento en razón de su dependencia para hacerle frente a los gastos de un becado y su familia que sólo vivía de eso.
A los cuatro años y siendo que mi formación en la Escuela de periodismo había sido en extremo deficiente respecto de los estándares franceses; y que, por tratarse de la primera beca que la Administración central de la UCR le otorgaba a la escuela de periodismo no existía mucha información sobre a qué centro educativo o provincia francesa trasladarme, no pude concluir mi doctorado en comunicación en el plazo establecido.
Al regresar a Costa Rica mi plaza en el semanario estaba ocupada; y en la Escuela de periodismo no me querían sin el doctorado. Entonces tuve la dicha de recibir una beca por un año y me fui íngrimo y solo para Saint Denis, en las afueras de París hasta alcanzar el requisito exigido por la incipiente Asamblea de escuela que me ponía como condición el doctorado para nombrarme en propiedad. 
No me fue fácil insertarme de nuevo a una institución para la cual había empezado a trabajar en 1966 en la Oficina de Publicaciones; y más tarde, en el Centro de Estudios de Población (CESPO).
Aun guardo y ni siquiera sé cómo, ni por qué las primeras acciones de personal que me extendió la Escuela de Comunicación fechadas 1 de setiembre de 1980 donde se lee: “Anteriormente ocupaba el puesto de Jefe de Sección Adm.1 en Semanario Universidad al cual renunció a partir del 1-8-80. Ahora, profesor interino licenciado tiempo completo con un sueldo base de 6,497 colones, hasta que se le fije el salario.
El 1 de diciembre de 1980, Francisco Escobar, director de la Escuela por un breve tiempo firma una acción de personal en la que se me asigna como salario mensual la suma de 2,619 colones para impartir el curso Introducción a la comunicación grupos 01 y 02. Y a partir del 1-1-82 empiezo a ganar 3,076.25 colones mensuales.
A un nuevo director, Carlos Morales le correspondió hacerme otro nombramiento interino en enero de 1982 – 31 de marzo 1982 esta vez como profesor invitado con un salario mensual de 9,824,20 colones, “mientras el Centro de Evaluación Académica le define su situación para el ingreso a Régimen Académico, la cual tiene en estudio”. En esta acción de personal consta mi nombramiento interino como Profesor invitado II año. Pero el 12 de febrero de 1982, Carlos Morales firma una acción de personal en la que se me asciende a Profesor Adjunto y mi salario mensual también aumenta a 12.547 colones.
Para el 1 de enero de 1983, un nuevo director, Mario Cordero R. firma otra acción de personal por un aumento salarial hasta completar 17.404 colones mensuales impartiendo los cursos de Introducción a la comunicación, Sociología de la comunicación, Análisis psico-social de radio, cine y TV.
Y ahora sí, con mi doctorado en ciencias de la expresión y de la comunicación debidamente reconocido por la UCR, le corresponderá a Mario Zeledón Cambronero firmar el 17 de noviembre de1983 “mi regreso al trabajo” devengando un salario de 18,408 colones.
Así evolucionó mi salario mensual en mis primeros años como profesor universitario en la ECCC: en 1980,  sueldo base de 6,497 colones; enero de 1982 – 31 de marzo 1982, esta vez como profesor invitado. Salario mensual  9,824,20 colones, 12 de febrero de 1982,  12.547 colones. el 1 de enero de 1983, 17.404 colones mensuales; un salario de 18,408 colones.  La media de mis aumentos mensuales durante 3 años fue de 3.380 colones.
  
8 años después, a principios de 1991 la Asamblea de escuela que me impuso trabas para mi nombramiento interino como profesor invitado me eligió como su director, en medio de una crisis institucional que amenazaba con intervenir esta unidad académica.
El resto es parte de mi historia, ligada estrechamente al devenir de la Escuela de Comunicación. Pero de este escribiré en una próxima Historia de vida, circunstancias del tiempo.         

YO NO PASÉ POR EL SEMANARIO. YO CONTRIBUÍ A FORJARLO

YO NO PASÉ POR EL SEMANARIO UNIVERSIDAD. YO CONTRIBUÍ A FORJARLO
Luis Montoya Salas, ex administrador de la U

Antes de viajar, en agosto de 1976 a Francia, como el primer becado de la novel Escuela de Periodismo de la UCR,  yo administraba el semanario Universidad.



Eran los tiempos de la Guerra Fría y el semanario dirigido por Mario Zeledón, filólogo de formación y a la sazón recién graduado  de periodista le imprimía a la línea y política editorial un sello de denuncia en contra del status quo. Yo mismo, siendo administrador y estudiante de periodismo realicé, bien lo recuerdo, sendos reportajes sobre la contaminación del estero por parte de (ex)  Fertica y sobre un negocio con frijoles por parte del Consejo Nacional de la Producción.
Un  personaje que contribuyó  a brazo partido con el posicionamiento de los periódicos en los puestos de venta en San José y Valle Central, José Antonio Vargas debe ingresar a la lista de Facebook de los que “pasaron” por el semanario. Todos los lunes, bien temprano, con un entusiasmo loco y digno de reconocimiento montaba los paquetes de periódicos en un pick-up y hacía su recorrido. Al final de la semana nos reuníamos con el director para hacer el balance de las ventas.
Yo, por mi parte, con la experiencia en diseño todo muy empírico y elemental obtenida en el antiguo CESPO Centro de Estudios en Población bajo la dirección del hoy periodista deportivo Mario Vargas establecía cruces de variables entre el color plano asignado a la portada de tal edición con el volumen de ventas. Y comprobé, entonces, que 2 colores particularmente incidían sobre las ventas: el morado y el azul sobre el verde y el amarillo. Esta información se le comunicaba al diagramador,  quien a su vez ordenaba a la Oficina de Publicaciones de la UCR la impresión correspondiente.
Un período aciago, aunque folclórico de la vida universitaria por aquellos años eran los pregoneros voceando “la U” por todo el campus. Se trataba de niños menores de barrios marginados de los alrededores  que debían estar en la escuela, pero más necesitaban el cinquito obtenido de la venta de periódicos y el semanario los utilizaba como parte de su primitiva estrategia de venta. No recuerdo y esto es un mea culpa, que el Semanario ni la Universidad les ofrecieran condiciones de ayuda para facilitarles su inserción en la escuela. Se trataba de niños bien pobres, pero igual de honrados.  Los lunes, quizás sin desayunar, los pregoneros inundaban la entrada del Edificio de aulas en Ciencias Sociales y lidiando con Rocío Ortíz Contreras se echaban al hombro su paquete de periódicos  y sólo los veíamos al final de la mañana con la parte de sus ventas y la devolución de periódicos. En el instante se les cancelaba su comisión; y si quedaban periódicos (la mayoría de las veces) seguirían rondando durante la semana.
Han transcurrido casi 36 años desde entonces. Cientos de estudiantes se forjaron en la sala de redacción del semanario y difundieron sus ideales en medios informativos comerciales y sufrieron expulsiones y quedaron marcados y marginados como izquierdistas, “revuelca albóndigas”, bochincheros. Millones de ejemplares se imprimieron y otros tantos sirvieron para crear una conciencia crítica sobre la realidad social de aquellas épocas convulsas.   
Por mi parte, yo viajé a Francia con mi esposa de entonces y mi hija en un exilio de 4 años, sólo conectado a Costa Rica por cartas esporádicas, casetes grabados con música nacional y saludos de mis suegros y la espera mensual del cheque depositado en la Banque Nationale de Paris que siempre constituía un verdadero acontecimiento en razón de su dependencia para hacerle frente a los gastos de un becado y su familia que sólo vivía de eso.
A los cuatro años y siendo que mi formación en la Escuela de periodismo había sido en extremo deficiente respecto de los estándares franceses; y que, por tratarse de la primera beca que la Administración central de la UCR le otorgaba a la escuela de periodismo no existía mucha información sobre a qué centro educativo o provincia francesa trasladarme, no pude concluir mi doctorado en comunicación en el plazo establecido.
Al regresar a Costa Rica mi plaza en el semanario estaba ocupada; y en la Escuela de periodismo no me querían sin el doctorado. Entonces tuve la dicha de recibir una beca por un año y me fui íngrimo y solo para Saint Denis, en las afueras de París hasta alcanzar el requisito exigido por la incipiente Asamblea de escuela que me ponía como condición el doctorado para nombrarme en propiedad. 
No me fue fácil insertarme de nuevo a una institución para la cual había empezado a trabajar en 1966 en la Oficina de Publicaciones; y más tarde, en el Centro de Estudios de Población (CESPO).
Aun guardo y ni siquiera sé cómo, ni por qué las primeras acciones de personal que me extendió la Escuela de Comunicación fechadas 1 de setiembre de 1980 donde se lee: “Anteriormente ocupaba el puesto de Jefe de Sección Adm.1 en Semanario Universidad al cual renunció a partir del 1-8-80. Ahora, profesor interino licenciado tiempo completo con un sueldo base de 6,497 colones, hasta que se le fije el salario.
El 1 de diciembre de 1980, Francisco Escobar, director de la Escuela por un breve tiempo firma una acción de personal en la que se me asigna como salario mensual la suma de 2,619 colones para impartir el curso Introducción a la comunicación grupos 01 y 02. Y a partir del 1-1-82 empiezo a ganar 3,076.25 colones mensuales.
A un nuevo director, Carlos Morales le correspondió hacerme otro nombramiento interino en enero de 1982 – 31 de marzo 1982 esta vez como profesor invitado con un salario mensual de 9,824,20 colones, “mientras el Centro de Evaluación Académica le define su situación para el ingreso a Régimen Académico, la cual tiene en estudio”. En esta acción de personal consta mi nombramiento interino como Profesor invitado II año. Pero el 12 de febrero de 1982, Carlos Morales firma una acción de personal en la que se me asciende a Profesor Adjunto y mi salario mensual también aumenta a 12.547 colones.
Para el 1 de enero de 1983, un nuevo director, Mario Cordero R. firma otra acción de personal por un aumento salarial hasta completar 17.404 colones mensuales impartiendo los cursos de Introducción a la comunicación, Sociología de la comunicación, Análisis psico-social de radio, cine y TV.
Y ahora sí, con mi doctorado en ciencias de la expresión y de la comunicación debidamente reconocido por la UCR, le corresponderá a Mario Zeledón Cambronero firmar el 17 de noviembre de1983 “mi regreso al trabajo” devengando un salario de 18,408 colones.
Así evolucionó mi salario mensual en mis primeros años como profesor universitario en la ECCC: en 1980,  sueldo base de 6,497 colones; enero de 1982 – 31 de marzo 1982, esta vez como profesor invitado. Salario mensual  9,824,20 colones, 12 de febrero de 1982,  12.547 colones. el 1 de enero de 1983, 17.404 colones mensuales; un salario de 18,408 colones.  La media de mis aumentos mensuales durante 3 años fue de 3.380 colones.
  
8 años después, a principios de 1991 la Asamblea de escuela que me impuso trabas para mi nombramiento interino como profesor invitado me eligió como su director, en medio de una crisis institucional que amenazaba con intervenir esta unidad académica.
El resto es parte de mi historia, ligada estrechamente al devenir de la Escuela de Comunicación. Pero de este escribiré en una próxima Historia de vida, circunstancias del tiempo.