“LA DEMOCRACIA
ESTÁ EN CUIDADOS INTENSIVOS”
“EL
PERRO VUELVE AL VÓMITO” (Pr. 26.11)
Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo
Este
debió ser el título del artículo difundido por el Dr. Rodolfo Hernández renunciando a su cargo institucional de
candidato a la Presidencia por el PUSC.
Este
título y no otro, expresa la esencia de su percepción, luego de 6 meses de
haber abandonado su espacio de confort,
como Director del Hospital Nacional de Niños.
Tanto de todo lo perverso que puede albergar el espíritu de la naturaleza
humana: intriga, envidia, egoísmo, traición y deslealtad.
El
espíritu ingenuo, de naturaleza apacible y ecuánime del Dr. Hernández no pudo
soportar tanta maldad. Sus principios morales y religiosos, su educación y
cultura, su entorno profesional y familiar se vieron amenazados desde sus raíces por un hábitat
inédito para él y que debió enfrentar completamente solo. Vivió en carne
propia, el lado oscuro del ser humano en el proceso mismo de prostituir un acto que debería ser noble por naturaleza,
principio y necesidad. Y sintió pavor.
Entonces comprendió que no era suficiente la motivación. Que no se
trataba de un deseo mesiánico de trasladar con una varita mágica como la de
Moisés su figura física, imagen, pensamiento, ideales, sensibilidad, amor
familiar y estilo gerencial a un mundo oscuro, pantanoso, lleno de pirañas:
“(…) para satisfacer mi
vocación: la de servirle a Costa Rica desde un ambiente no contaminado, rodeado
de amor, honor, respeto y fraternidad” (refiriéndose al Hospital Nacional de
Niños).
Esto
es lo que en verdad debió suceder en el fuero interno del Dr. Hernández. Se lo
advirtieron amigos y parientes. Pero, al igual que en el Paraíso, Jehová
advirtió a Adán y Eva que si comían la fruta del árbol de la vida y el
conocimiento moriría su inocencia e
ingenuidad; y con ello, su “primitiva zona de confort”. Entonces serían
expulsados y condenados a pagar, con
dolor y sudor, el precio de su curiosa
debilidad.
En
política y lo saben los bien avezados en esas andanzas, no es suficiente la
motivación. Aunque sí es cierto que, cuando se pierde, esta se va de paseo.
Sólo que, cuando están involucrados intereses de cúpulas político-empresariales
no es tan sencillo recurrir al libre albedrío, como se atrevió a hacer el Dr.
Hernández. Peor aún, cometió un pecado
capital imperdonable: abrió la Caja de Pandora. Y lo primero que salió de ella
fue la avaricia de las cúpulas político-empresariales. Y lo que intuíamos apenas, se reveló como una
verdad inexorable: mientras “El Doctor” y
con él cientos de miles de electores creemos que nuestro voto fortalece la
democracia, las cúpulas político-empresariales construyen, aumentan, consolidan
y entretejen sus capitales con nuestros votos. ¿Cómo lo hacen? Subastan al mejor postor el capital electoral
de los partidos guiados por las intenciones de voto expresadas en las encuestas.
Así prestan su dinero. 50 mil colones por cada 1000 votos. 10 millones de
colones, a cambio del 14% de intención de voto. Eso sí, con la condición de
intervenir, lista en mano, en las asambleas generales de elección de diputados.
Recuérdese que los diputados aprueban leyes y pueden influir a favor de tal o cual licitación o concesión.
(Ejemplo reciente: un diputado del PLN). De esta manera, los comandos de
campaña, con el candidato a la cabeza no tienen más remedio que hipotecar los
votos de los electores.
Esto
dice el Dr. Hernández en su denuncia: “ (…) la democracia está en cuidados intensivos porque los
responsables de velar por ella la ultrajaron, la debilitaron, la violaron y
pretenden mantenerla así, secuestrada (hipotecada digo yo) para favorecer
intereses personales o de grupo que yo no puedo cohonestar”.
Finalmente.
De acuerdo con los argumentos de su renuncia, el Dr. Hernández no tomó la
decisión con su comando de campaña. No la consultó con sus asesores, ni con
partidarios curtidos en lides políticas. No utilizó la capacidad reflexiva y
analítica del hemisferio izquierdo. Se dejó llevar por la parte afectiva,
emocional del hemisferio derecho: “Esta decisión que ahora tomo la he meditado junto a los
seres que más amo: mi esposa (…) No ha sido fácil para mí acostumbrado a
trabajar y vivir sin sobresaltos, apegado siempre a normas éticas y morales.
(…)
Ahora, el ex candidato del PUSC regresa de
nuevo “al vómito” (Pr. 26,11). Poco
importa si tomó una decisión apresurada,
si lo traicionó el miedo ante la magnitud de la tarea emprendida, o lo
embarcaron, o si se trató de una táctica política en el contexto de una estrategia
de campaña electoral. Como toda profecía
auto cumplidora, “el Doctor” encontrará
un terreno ocupado por “otros siete espíritus peores”. (…) Y su postrer estado viene a ser peor que el
primero (Mt. 12; 45). Y no podrá hacer nada por cambiar la “cultura de la
política partidaria tradicional” descrita como nunca antes nadie, en el status
y rol de un candidato presidencial lo había hecho. Tendría que despedir al ¿95%?
de los militantes-partidarios involucrados directamente en la dinámica del
proceso electoral.
Los
diputados electos ofendidos seguirán con su misión de boicot, ahora más
endemoniados, por la imprudencia del Doctor. Y cada trabajador, desde los
integrantes del nuevo Comando de campaña, hasta los pega-banderas, fiscales y
delegados de mesa se mirarán y dirán, como Judas “¿Seré yo acaso, Maestro?”.
Las
cúpulas político-empresariales no renunciarán a sus inversiones. Y la espada de
Damocles de la renuncia del Doctor gravitará sobre partidarios militantes y
votantes. Los primeros, resentidos porque en su renuncia pública no les dedica
ni un gracias a su dedicación incondicional,
gratuita y voluntaria. Y los
segundos, desilusionados porque el arquetipo del candidato prístino,
idealista, comprometido con los pobres y
decidido a extirpar la corrupción a punta
de bisturí salió corriendo al primer bombetazo.
Porque ahora sí, después de la andanada de
torpedos lanzados por el Dr. Hernández en contra del baluarte del sistema
democrático: el proceso electoral, son
las ilusiones, las esperanzas, las aspiraciones profundas de cambio, de
extirpación de la corrupción, de un pequeñísimo respiro para la clase
trabajadora explotada, marginada y olvidada las que recibieron las esquirlas.
¿Acaso no estaría pasando lo mismo en los otros partidos?
Esta
interrogante nos acompañará a todos los votantes durante los 4 meses de la
campaña electoral, poniendo en tela de duda los spots publicitarios, las
declaraciones de los candidatos presidenciales, sus actos y promesas.
El
Dr. Hernández abrió de par en par el cuerpo podrido de la democracia electoral.
Y con su renuncia demostró su incapacidad para curarlo. Haciendo esto, demostró
ser el más honesto y valiente de todos los candidatos a la Presidencia de la
República.