sábado, 2 de julio de 2016

ACERCA DEL PERIODISMO QUE YA NUNCA LO SERÁ

INFORMACIÓN TÓXICA – INFORMACIÓN ÚTIL EN LAS  REDES SOCIALES Y EN LA PRENSA

Luis Montoya Salas
Comunicólogo

Este ensayo explica cómo las redes sociales han ido acaparando los espacios de los medios informativos tradicionales, al punto de hacerlos desaparecer,  ante nuestra indiferencia…..


Aunque la prensa  tal cual hoy  la conocemos  goza de un particular status de privilegio del que carecen la mayoría de las otras instituciones,  no siempre seguirá siendo así.
Si bien es cierto,  su materia prima es la información,  salvaguardada internacionalmente como un derecho humano  derivado de una de nuestras necesidades fundamentales: conocer,  las empresas periodísticas ya no poseen el monopolio del acceso a la información. 
Tanto más penetran las redes sociales en el tejido social, tanto menos influencia ejercen  las empresas periodísticas y del entrenamiento mediático.  Y a medida que transcurren los años y avanza la tecnología en Internet,  cada vez  se asimilan simbióticamente  unas y otras  y se asemejan sus contenidos.  
Sin la menor duda,  disminuye el  protagonismo mediático de antaño y  se desdibuja cada vez más su función de “espejo de la sociedad” mediante el cual era posible aproximarse a la naturaleza psico-social de la(s) sociedad(es).
El concepto de actualidad periodística desapareció con las redes sociales.
En esta tesitura, las redes sociales han hecho añicos el concepto de actualidad. Hoy, las empresas periodísticas no tienen el monopolio de la verdad ni del conocimiento, ni llegan de primeros a los acontecimientos. Más bien, los programas informativos, deportivos, del  entretenimiento recurren a  las redes (aplicación  #), y a los “memes” enviados desde un celular a las redacciones de los medios periodísticos.  Entonces, lo que se conocía como actualidad en la jerga periodística: el hoy y el ahora;  y por lo cual se invertían millones de colones para llegar al  lugar del acontecimiento antes que otro medio informativo, ya no  lo es más, ni lo será.
Los  criterios de proximidad  protagonismo en la jerga periodística le cedieron el paso: el primero,  al “me gusta”. Pues ¿quién y qué es más próximo que nuestro prójimo identificado con el “me gusta”?  Y el segundo, al “selfie”, pues ¿quién es más protagonista en las redes que mi propio “selfie”?  

La  información útil y la información tóxica
 El cambio de épocas, cada vez más acelerado  implica obligadamente un cambio de paradigma ideológico, con el desgaste natural de la ética y la moral respecto de las características del ser humano más fácilmente volcadas sobre el mínimo esfuerzo. 
Hoy, más que nunca antes;  y debido a las redes sociales,  conviven en las sociedades a nivel mundial  la  información útil y la información tóxica. La primera es pertinente y nos lleva al conocimiento.  Esta  información fue misión principal de empresas periodísticas connotadas como “Le Monde”, Le Nouvel Observateur, en Francia; “El New York Times” en EEUU; The Guardian, en el Reino Unido;  El País, en España;  “El Corriere De la Sera” en Italia, solo para citar los más  conocidos en este país.
 La  información tóxica,  por el contrario,  es impertinente pues reproduce la ignorancia  en las redes sociales. Esta información  encontró espacio privilegiado  en  Internet y sus subproductos Facebook, Twiter, Whats app, Instagram, etc.
En efecto. La información tóxica se corresponde con la información básica y primitiva, la información concreta  ( K.Kosick. 1989  (Dilaéctica de lo concreto,p. 26).  Esta información se expresa en  frases  clisés (“Tome chichí”;  hey mae, ¿pura vida?;   “Viva Saprissa”; “tome pa´que lleve”; “rica mamacita”, etc. etc.). No son otra cosa que expresiones estereotipadas, como impulsos inconscientes, prejuiciosas y prenociones de referentes culturales socializados instalados en las partes primitivas del cerebro: la amígdala y el hipotálamo.  El resultado más demoledor es, por ejemplo, cómo en el proceso de socialización, la  ausencia de controles en  la educación formal sobre una voluntad “tóxica” irresponsable  deviene en ira al mínimo estímulo de contradicción, provocando  una confrontación innecesaria e  imposible de controlar, con consecuencias también imposibles de predecir.
Existen medios informativos como Extra y La Teja que deben su éxito al uso de información tóxica (sucesos sensacionalistas en un caso y lenguaje vulgarizado en el otro).
Cuando la amígdala toma el control es imposible dialogar con argumentos.
Esto es así debido a que el hipotálamo y  la amígdala son el asiento natural en nuestro cerebro de   instintos básicos emocionales como el miedo, la ira, la alarma ante la más mínima amenaza instintiva; y por tanto, refugio de la envidia, los rumores,  el rechazo ad portas de la otra persona por su físico,   por sus señales corporales, por sus tendencias religiosas y de género. Tal realidad  hace  imposible  debatir y explicar con argumentos lógicos y racionales.
En las redes sociales circulan tanto la información útil que produce conocimiento, como la información tóxica que genera conflictos, rechazos y las inunda de ofensas, lenguaje agresivo, obsceno, descalificador y,  en extremos,  amenazante.  Sin embargo, como sucede en la realidad, la información útil es superada en consultas y “me gusta” por la información tóxica.
El periodismo que, quizás, ya no lo sea, para nunca jamás.
Aunque a nivel mundial  se aplican técnicas periodísticas similares, la idiosincrasia de un país y su lenguaje definen el estilo propiamente nacional de hacer periodismo.
Antes de los años 60, el periodismo se caracterizaba por un estilo más literario con predominio de  la crónica. Era un periodismo descriptivo, de detalles, muy “cargado”, emocionalmente. Sus escribientes era  eran abogados y personas sin formación universitaria pero con  vocación y necesidades de subsistencia.

 El nuevo periodismo utiliza un lenguaje, estilo y estructura precisos, directos, breves y concisos,  en textos con párrafos cortos de  3 a 5 renglones  para responder a las preguntas básicas del sentido común enunciadas por Quintiliano hace más de 2000 años: ¿QUIÉN? ¿QUÉ? ¿CUÁNDO? ¿DÓNDE? ¿POR QUÉ, O PARA  QUÉ? Este modelo, conocido como el Paradigma de Laswell, o de las 5 W se complementa con un conjunto de criterios y valores para  seleccionar  (arbitrariamente) de todos los hechos que acontecen en la vida cotidiana, aquellos considerados de mayor “valor” periodístico.  
De cómo el periodismo fue perdiendo su “glamour”.
Si analizamos un mensaje de Facebook encontraremos al menos la presencia de tres de las 5W. La diferencia con una nota periodística es el tratamiento estratégico de las 5W. 
Y como si se tratase de un círculo virtuoso, el proceso de adaptación del lenguaje periodístico para responder a la capacidad de comprensión de los lectores permite a  los usuarios de las redes sociales  comprender, con mucha mayor facilidad su  lenguaje simple y concreto.  En un punto son coincidentes, el periodismo y el lenguaje de las redes sociales: a)  El  éxito del periodismo radica en que su  sémiosis permitió una conexión noticia-perceptor gracias a la correspondencia,  manera de pensar y hablar de la gente común / lenguaje periodístico. b) La semiosis periodística preparó a los usuarios de las redes sociales para lanzarse en bandada sobre esta inédita oportunidad, sin depender de aquel. El éxito de las redes sociales le debe, entonces mucho al periodismo informativo; pues solo se trata de darle continuidad  a la necesidad inherente del ser humano de hacerse notar por los demás. El periodismo nos enseñó la diferencia entre la persona prominente y nosotros, los simples mortales. Hoy, gracias a las redes sociales nosotros somos esas figuras prominentes, esos inmortales que hacemos saber a otros de nuestra existencia.
Todo esto es posible ahora, como fue antaño la conexión  noticia-perceptor por el efecto espejo de similitud, que desemboca en  una comprensión inmediata del acto,  gracias a nuestras capacidades perceptuales elementales para decodificar la información a partir de  un conocimiento básico del lenguaje. 
En el proceso se perdió el andamiaje que nos permite acceder a las redes sociales.
Ahora bien, cuando se unen la necesidad de saber con el componente lúdico de la curiosidad y la capacidad creativa e innovadora, se obtiene como resultado la pirámide de la comunicación que es la sumatoria de las  invenciones creadas por la civilización humana a través de los siglos  para informar más, a mayor cantidad de personas con una reducción significativa de los tiempos entre el prototipo y su implantación masiva.
A lo largo de la primera mitad del siglo XX,  la ciencia (Biónica, inteligencia artificial, robótica,  primer computador) instaura desde los laboratorios del MIT (Instituto Tecnológico de Massachussetts)  las  condiciones para el salto cuántico que hoy disfrutamos con un acceso inconmensurable, a los más variados gadgets de las tecnologías de la información y la comunicación.  Agréguese el apuntalamiento de la neurociencia, la neurobiología, la informática, la telemática, la era espacial en  los años 60 y tendremos el « paquete mágico » para todo cuanto hoy poseemos de tangible como los celulares, la computadora portátil, los Ipod, los Ipad, las pantallas planas y de alta definición, integrados en la médula de nuestro diario vivir. 
¿Resulta osado preguntarse, si la sobreabundancia de opciones tecnológicas que desembocó en una insensata obsesión por el desperdicio ante el deseo de poseer el último gadget de moda, estaría también  modificando la relación tradicional de los consumidores de noticias con sus medios tradicionales ?
¿Podría suceder, que « la mensajería celular » llevada al extremo posible de la simplificación del idioma, hasta degenerar en un código ajeno;  más la dinámica de las redes sociales, caracterizada  por un intercambio de lo más banal y cotidiano de las personas  expresado en la frase « Me gusta”  reemplacen en muy corto plazo, la necesidad de consumir noticias ? ¿Estarían las personas más interesadas en abrir el  Facebook o el Twitter que las páginas de un periódico,  o la emisión de un programa de  radio o un telenoticiario ?  ¿Podría más la auto-estimulación narcisista inherente a las redes sociales que la preocupación por la actualidad nacional e internacional ?
Yo me atrevería a afirmar que Facebook y Twitter sirven en bandeja de plata la oportunidad que el ser humano esperó toda su vida : hacer saber al otro de mi yo, ante un auditorio real-virtual infinito, aunque no necesariamente anónimo, con solo aceptar « la amistad » del otro  expresando cualquier cosa « que a mí me gusta ».
El éxito de las redes sociales está en presuponer que cientos de miles saben de mí, de los otros y de todos, al instante, aunque al mismo instante, los cientos de miles de millones de opiniones sean fagocitadas por « la nube invisible » de Internet.

Esta gratificación sólo exige estar conectado a la red. Y ejerce, sin duda, una atracción tan adictiva, que leer un periódico, o seguir las noticias por la radio o los telenoticiarios resultan una necedad, más que  una necesidad.