jueves, 28 de mayo de 2015

CUMPLIR AÑOS ES RECORDAR LA GRAN GRAN RESPONSABILIDAD QUE TENEMOS CON NUESTRA PROPIA VIDA


CUMPLIR AÑOS ES RECORDAR LA GRAN GRAN RESPONSABILIDAD
QUE TENEMOS CON NUESTRA PROPIA VIDA 
 

Dr. Luis Montoya Salas

Queridos amigos y amigas, Silvia Arias, José Fco. Correa, Yanory Obando, Marietta Chaves, Rocío Álvarez Olasso, Andrés Bermúdez, Luis Fernando Mata, José Alberto Briceño, Daniel Flores, Marlen Zárate, An YaWu, William Mëndez, Miguel Martí, Mercedes Aguilar, Luis López, Isidro Sánchez, José Ramírez, Fabio Chaves, Vilma Álvarez, Jorge Luis Chaves Cambronero, Marlon Mora, Ovidio Ramírez, Mayra Porras, Rocío Pérez, Luis Barahona, Maritza Calvo, Gabriela Zamora Sauma, Fabio Muñoz, Rosa Ma. Monge, María Montero, Marco Aurelio Salazar, Jimen Chan, Arturo Álvarez, Vilma Ibarra, José Luis Rojas, Patricia Howell, Nicolás Aguilar, Tomás Zamora, Heriberto Valverde, Doris Falconer, Víctor Emilio Láscarez, Carlos Montoya, Gabriela Apéstegui, Xinia Molina, Víctor Fernández, Damaris Marín, Nelson Murillo, Carlos Carranza, Hubert Solano, Fernando Montero, Grettel  Alfaro, Harold Hütt, José Andrés Soto, Andrei Vindas, Raúl Silesky, Ufrán García, Nancy Arroyo, Gabriela Naranjo, Patricia Baltodano, Inés Chaves, Johnny Vargas, Lorna Chacón, Marta Guzmán, Joaquín Gaso, Mario José Zaragoza, Marietta Chaves, Johanna Terrac Durán, Alexa Montoya…

Cada uno de ustedes tiene en  mi mente, tanto como en mi corazón, un grato recuerdo de alguna anécdota o hecho particular. Y mientras escribía su nombre lo situaba en el tiempo/espacio de ese recuerdo. Como si estuviéramos conversando de ello, de lo transcurrido, pero en el presente.  Entonces comprendí que al yo cumplir años, también lo hacían cada uno y todos ustedes, de conocernos. Y sentí una intensa emoción.

Recurrí al pretexto de regresar sobre mis pasos lo andado, como el caminante del camino. De la adultez a la juventud, a la adolescencia, a la niñez y hasta la infancia. A gran velocidad y contando: uno, ocho, veintitrés, treinta y dos, cuarenta y uno, cincuenta y seis, sesenta y seis, sesenta y siete, sesenta y ocho….. Por cierto, el mismo número de amigos que me expresaron  su saludo en el FB. Se cuentan fácilmente. Pero no se viven de igual manera. Aunque al alcanzar los sesenta y nueve, pareciera que, después de todo, en medio del torbellino que produce  la fusión de la melancolía con la nostalgia, sumando y restando lo que debí hacer con lo que pude; y agregando (sin poder impedir que algunas lágrimas rodaran por mi mejilla) con mayor  intensidad emocional mis errores y el daño que produje con ellos a mis más allegados; pareciera  (y redundo) que el destino ha sido generoso conmigo.

Como ignoro cuántos años más viviré, decidí darle vuelta al 69  para convertirlo en 96. Este número es mi límite. Hipotéticamente, 27.  Esta es la opción A. Y si el 82 equidista de los dos extremos, en  13,5 años de vida entre el 69 y el 96, esto significa que 82 sería la opción B.  Así, (si céteribus páribus)  a partir de ese momento, dejaría este mundo, en cualquier momento; y con ello  este FB y a todos mis amigos de alma y corazón.

Pero mientras esto ocurre, aprovechemos cada segundo, cada minuto, cada cuarto de hora, cada media hora, cada hora, cada día, cada semana, cada mes, cada año viviendo intensamente en armonía con los demás, con humidad de corazón y  una forzada agudeza mental, que para algo el Creador puso el cerebro arriba, en la cabeza para que las órdenes emanaran de lo alto;  procurando no acaparar cosas que nunca podremos  guardar en nuestro féretro,  porque esto fue prerrogativa exclusiva de los Faraones.  Y sobre todo, hagámosle caso al Maestro Jesús, aunque sea como conveniencia de vida: San Mateo 6:25-34 “¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?”  (V. 27) ¿ Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? V. 34 “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán, Basta a cada día su propio mal.”