CUMPLIR AÑOS ES
RECORDAR LA GRAN GRAN RESPONSABILIDAD
QUE TENEMOS CON NUESTRA PROPIA VIDA
Dr. Luis Montoya Salas
Queridos amigos y
amigas, Silvia Arias, José
Fco. Correa, Yanory Obando, Marietta Chaves, Rocío Álvarez Olasso, Andrés
Bermúdez, Luis Fernando Mata, José Alberto Briceño, Daniel Flores, Marlen
Zárate, An YaWu, William Mëndez, Miguel Martí, Mercedes Aguilar, Luis López,
Isidro Sánchez, José Ramírez, Fabio Chaves, Vilma Álvarez, Jorge Luis Chaves
Cambronero, Marlon Mora, Ovidio Ramírez, Mayra Porras, Rocío Pérez, Luis
Barahona, Maritza Calvo, Gabriela Zamora Sauma, Fabio Muñoz, Rosa Ma. Monge,
María Montero, Marco Aurelio Salazar, Jimen Chan, Arturo Álvarez, Vilma Ibarra,
José Luis Rojas, Patricia Howell, Nicolás Aguilar, Tomás Zamora, Heriberto
Valverde, Doris Falconer, Víctor Emilio Láscarez, Carlos Montoya, Gabriela
Apéstegui, Xinia Molina, Víctor Fernández, Damaris Marín, Nelson Murillo,
Carlos Carranza, Hubert Solano, Fernando Montero, Grettel Alfaro, Harold Hütt, José Andrés Soto, Andrei
Vindas, Raúl Silesky, Ufrán García, Nancy Arroyo, Gabriela Naranjo, Patricia
Baltodano, Inés Chaves, Johnny Vargas, Lorna Chacón, Marta Guzmán, Joaquín
Gaso, Mario José Zaragoza, Marietta Chaves, Johanna Terrac Durán, Alexa Montoya…
Cada uno de
ustedes tiene en mi mente, tanto como en
mi corazón, un grato recuerdo de alguna anécdota o hecho particular. Y mientras
escribía su nombre lo situaba en el tiempo/espacio de ese recuerdo. Como si
estuviéramos conversando de ello, de lo transcurrido, pero en el presente. Entonces comprendí que al yo cumplir años,
también lo hacían cada uno y todos ustedes, de conocernos. Y sentí una intensa
emoción.
Recurrí al
pretexto de regresar sobre mis pasos lo andado, como el caminante del camino.
De la adultez a la juventud, a la adolescencia, a la niñez y hasta la infancia.
A gran velocidad y contando: uno, ocho, veintitrés, treinta y dos, cuarenta y
uno, cincuenta y seis, sesenta y seis, sesenta y siete, sesenta y ocho….. Por
cierto, el mismo número de amigos que me expresaron su saludo en el FB. Se cuentan fácilmente.
Pero no se viven de igual manera. Aunque al alcanzar los sesenta y nueve,
pareciera que, después de todo, en medio del torbellino que produce la fusión de la melancolía con la nostalgia,
sumando y restando lo que debí hacer con lo que pude; y agregando (sin poder impedir
que algunas lágrimas rodaran por mi mejilla) con mayor intensidad emocional mis errores y el daño que
produje con ellos a mis más allegados; pareciera (y redundo) que el destino ha sido generoso
conmigo.
Como ignoro
cuántos años más viviré, decidí darle vuelta al 69 para convertirlo en 96. Este número es mi
límite. Hipotéticamente, 27. Esta es la
opción A. Y si el 82 equidista de los dos extremos, en 13,5 años de vida entre el 69 y el 96, esto
significa que 82 sería la opción B. Así,
(si céteribus páribus) a partir de ese
momento, dejaría este mundo, en cualquier momento; y con ello este FB y a todos mis amigos de alma y corazón.
Pero mientras esto ocurre, aprovechemos cada segundo, cada minuto,
cada cuarto de hora, cada media hora, cada hora, cada día, cada semana, cada
mes, cada año viviendo intensamente en armonía con los demás, con humidad de
corazón y una forzada agudeza mental,
que para algo el Creador puso el cerebro arriba, en la cabeza para que las
órdenes emanaran de lo alto; procurando
no acaparar cosas que nunca podremos guardar en nuestro féretro, porque esto fue prerrogativa exclusiva de los
Faraones. Y sobre todo, hagámosle caso
al Maestro Jesús, aunque sea como conveniencia de vida: San Mateo 6:25-34 “¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo
más que el vestido?” (V. 27) ¿ Y quién de
vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” V. 34 “Así
que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su
afán, Basta a cada día su propio mal.”