viernes, 30 de noviembre de 2012

El olfato periodístico de cara a la educación formal

EL "OLFATO" PERIODISTICO DE CARA A LA EDUCACIÓN FORMAL



Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo


El sentido del olfato constituye “la raiz más primitiva de nuestra vida emocional….” (D. Goleman La Inteligencia emocional. J. Vergara Editores, Colombia, 1995 : 29)
            Por analogía (¿acaso?) con el comportamiento de este sentido, el periodismo acuñó el sintagma “olfato periodístico” referido a la aptitud innata (y por tanto, primitiva) para intuir ("olfatear") el quilataje noticioso de los  acontecimientos.
            Y aunque no existe plan de estudios en el mundo, de ninguna escuela universitaria de periodismo que contemple una materia llamada OLFATO PERIODISTICO I, II, ó III, a cualquier periodista, en cualquier sala de redacción del mundo, se le exige esa preciada cualidad.  
Quizás, para contraponer a tal característica alguna condición de pseudo-ciencia, las escuelas de periodismo le negaron  a la lógica del sentido común, a la intuición y al instinto su valor predictivo, en asuntos de vida cotidiana.
Al bloquear los orificios de  la “inteligencia olfativa”, el arte y oficio del periodismo enseñado en las aulas universitarias quedaría sujeto a la aplicación de fórmulas y paradigmas. En esta tendencia se inscribe un dogma de imposible cumplimiento : la objetividad. Al periodista no le está permitido transgredir lo que ve, que existe. No puede influir, no puede interpretar, no puede comprometerse.
En los últimos cinco años he realizado investigaciones sobre el tratamiento periodístico de la prensa en asuntos parlamentarios, futbolísticos, de salud,  de sucesos ; y más recientemente, del TLC. Y cada vez confirmo la firmeza de dos hallazgos (entre tantos otros) encontrados en este trajín :  
1.    Aun y con dominio pleno del « olfato periodístico », la prensa nacional no le garantizaría a los ciudadanos un control de calidad sobre los hechos noticiosos que difunde, pues no siempre, ni toda la información corresponde a hechos irrefutables. Y por el contrario predominan los hechos hipotéticos. Con lo cual, la función que da sentido y justifica la existencia de las noticias perdería parte significativa de su valor de prueba .
  2.   Si algún beneficio le ofrece la educación formal a los ciudadanos es el de ayudarles a discernir la calidad de los hechos noticiosos. Así, tratándose de hechos sensacionalistas, son los ciudadanos con la más  baja escolaridad quienes le prestan más atención a los sucesos y a los hechos sensacionalistas. Las investigaciones realizadas en este campo demuestran también, que las personas con la más baja escolaridad tienen mayores dificultades de diferenciar entre lo que es sensacionalismo y amarillismo. En estos niveles, la curiosidad es un criterio de mayor valor que la credibilidad, como motivo de consumo noticioso. Del  círculo vicioso resultante, surgen fuertes vínculos de familiaridad hacia estos hechos  que construyen, a su vez, una identificación de “clase” para defenderse, instintivamente de la vulnerabilidad, inherente a la ignorancia.   
            3.         Mis investigaciones demuestran que la mayoría de los hechos noticiosos sobre sucesos afectan más a las clases marginadas que a las clases sociales altas, por tres razones, principalmente: 1) las condiciones de hacinamiento en espacios reducidos y en extremo deteriorados de su hábitat contribuyen a aumentar el nivel de agresividad de sus habitantes; este nivel de agresividad los hace más epidérmicos  y a la defensiva ante cualquier estímulo que fácilmente puede ser interpretado como un ataque. Así, al tratarse de una reacción más intuitiva que instintiva en sus niveles de razonamiento, es más fácil que reaccionen a la defensiva ante hechos circunstanciales que asumen como ataques. Estos ataques pueden ser expresados con suma violencia y terminar en los espacios de sucesos de los medios informativos.  2) En estos niveles ambientales altamente degradados, un  invisible fenómeno de  atracción inercial los mantiene atados a su entorno y estado mental y sin capacidad alguna para cuestionarlos en razón de su propia ignorancia, al punto de hacerles creer que la situación que viven, de orden circunstancial se convierte  en definitiva e inexorable. 3) El círculo vicioso resultante reproduce en su interior relaciones sociales interpersonales de clase con sus códigos propios, propensos a la creación de pandillas o de grupos afines que se alimentan de sus propias carencias y los mecanismos que utilizan para mantenerlas, pues nada más que eso poseen. Es como si, entre ellos mismos se consolaran, se auto emularan y se auto anularan.  
Una problemática en extremo compleja, que no puede explicarse solamente desde el vórtice de la comunicación (analogonluis@yahoo.es)

sábado, 17 de noviembre de 2012

EL NUEVO PERIODISMO: EL DEL "A MI ME GUSTA"
 
Dr. Luis Montoya Salas (*)
Carné 89
analogonluis@yahoo.es
Doctor en ciencias de la expresión y de la comunicación
Universidad de París XIII - Villetaneuse
 
El periodismo ha alimentado, desde siempre, egos de magnates y vedettes de todo orden, origen y color; egos de dictadores que competían (y aún lo hacen) por ser unos más sanguinarios que otros; egos de presidentes estadistas escasos, entre miles de mandatarios intrascendentes.
 
¿Cuántos pre-( y) candidatos para todo tipo de cargos han sacado provecho del efecto imagen, consustancial a la prensa?
 
El periodismo del siglo XXI sufre una fuerte “implosión”, cuyos indicadores más alarmantes son: la banalización del hecho noticioso; la disminución de la fuerza de los lazos de compromiso con personas y acontecimientos de valor humano; el desplazamiento del impacto de los hechos: de lo global, a lo muy personal; el traslado de la responsabilidad de informar de los medios a los sujetos y la reducción del área de interés al núcleo de los amigos “a los que les gusta esto”.
 
Antaño, los mass-media resolvían el vacío de identidad-soledad de los poderosos. Hoy esta función es potestad de cualquier persona que acepte la invitación de la mundialmente sencilla y exitosa frase de Facebook, “A mí me gusta”. De pronto descubrimos que no somos un número de identidad; que mi YO vale para otros; que mis amigos de Facebook atienden mis mensajes, por más banales que parezcan . Entonces adquiero una rara consciencia: valgo tanto o más que las noticias diarias de la prensa; y desde luego, más que la infinita información circulando por Internet.
 
Desde el siglo XVIII, el periodismo convencional libra fuertes batallas para obtener su “droit de cité”. La primera huelga de un periódico sucedió en 1945, en “Nueva York”. En esa coyuntura, Berelson, investigador norteamericano estudia el fenómeno y descubre que quienes más leen el periódico lo hacen para consolidar prestigio y liderazgo.
 
El 8 de diciembre de 1962, los distribuidores de periódicos neoyorkinos se alzan en una huelga de 4 meses. En la primera semana de la huelga, el 72% de los sus lectores reconoce que les hace falta leer la prensa. A los tres meses, el porcentaje alcanza 76%.
 
En febrero de 1972 ocurre una tercera huelga en el sur-oeste de Francia. Los investigadores notan una significativa disminución de la asistencia a los entierros y al cine. También descienden a un 50%, las transacciones de vehículos usados y venta de inmuebles.
 
Durante unos 30 años (1960-1990) gravitaron en las universidades temores apocalípticos sobre el entierro de la prensa escrita por causa de la implantación masiva de la radio y la televisión. Esta profecía no se cumplió. La prensa supo adaptarse, diversificándose y ofreciendo productos más livianos a sus lectores (suplementos, morbo, premios….).
 
Pero el verdadero enemigo de la prensa se gestó, invisible, en los laboratorios militares norteamericanos. En el clímax de la Guerra Fría (1969) surge el proyecto ARPANET (con solo 4 ordenadores) para ingresar a las bases rusas de información militar, en caso de un ataque. Posteriormente, los sistemas militares se desligan y conforman MILNET. En tanto que la National Science Fundation (NSF) absorbe ARPANET con fines científicos y académicos. Hoy, Wikileaks cumple el sueño de los militares de antaño; pero en las propias bases de datos norteamericanas…
 
Quizás, si el I Congreso Alemán de Sociología (1910) hubiese aceptado la propuesta del sociólogo alemán Max Webber de hacer del periodismo el “objeto de estudio de la sociología”, hoy tendríamos mayor certeza acerca de las implicaciones psicológicas, sociales y económicas de los brutales cambios que afectan al periodismo. Pero la autogestión académica se decantó por el principio utilitario de su función dándosele prioridad al provecho del poder ideológico, económico y persuasivo de la industria de la información.
 
En los albores del siglo XXI, la fisonomía, filosofía, naturaleza, estructura y función del periodismo ha dado un giro inédito de magnitud, impacto y velocidad impredecibles: los suscriptores emigran de las ediciones impresas a las versiones gratis en Internet (22% en los EE.UU); en el 2008 desaparecieron 39 periódicos; 109 lo hicieron en 2009 y otros 18 periódicos, durante 2010, para una pérdida de 35,000 empleos en ese país.Y aún, los centros de investigación no tienen respuestas científicas para enfrentar esta “implosión mediática”.
 
Sin embargo, la espera no debe durar mucho: el ser humano deberá agudizar aún más el sentido de la oportunidad para detectar y enfrentar dilemas que le permitan trascender los límites impuestos por la realidad cuántica.