EL "OLFATO" PERIODISTICO DE CARA A LA EDUCACIÓN FORMAL
Dr. Luis Montoya Salas
Comunicólogo
El sentido del olfato constituye “la raiz más primitiva de nuestra vida emocional….” (D. Goleman La Inteligencia emocional. J. Vergara Editores, Colombia, 1995 : 29)
Por analogía (¿acaso?) con el comportamiento de este sentido, el periodismo acuñó el sintagma “olfato periodístico” referido a la aptitud innata (y por tanto, primitiva) para intuir ("olfatear") el quilataje noticioso de los acontecimientos.
Y aunque no existe plan de estudios en el mundo, de ninguna escuela universitaria de periodismo que contemple una materia llamada OLFATO PERIODISTICO I, II, ó III, a cualquier periodista, en cualquier sala de redacción del mundo, se le exige esa preciada cualidad.
Quizás, para contraponer a tal característica alguna condición de pseudo-ciencia, las escuelas de periodismo le negaron a la lógica del sentido común, a la intuición y al instinto su valor predictivo, en asuntos de vida cotidiana.
Al bloquear los orificios de la “inteligencia olfativa”, el arte y oficio del periodismo enseñado en las aulas universitarias quedaría sujeto a la aplicación de fórmulas y paradigmas. En esta tendencia se inscribe un dogma de imposible cumplimiento : la objetividad. Al periodista no le está permitido transgredir lo que ve, que existe. No puede influir, no puede interpretar, no puede comprometerse.
En los últimos cinco años he realizado investigaciones sobre el tratamiento periodístico de la prensa en asuntos parlamentarios, futbolísticos, de salud, de sucesos ; y más recientemente, del TLC. Y cada vez confirmo la firmeza de dos hallazgos (entre tantos otros) encontrados en este trajín :
1. Aun y con dominio pleno del « olfato periodístico », la prensa nacional no le garantizaría a los ciudadanos un control de calidad sobre los hechos noticiosos que difunde, pues no siempre, ni toda la información corresponde a hechos irrefutables. Y por el contrario predominan los hechos hipotéticos. Con lo cual, la función que da sentido y justifica la existencia de las noticias perdería parte significativa de su valor de prueba .
2. Si algún beneficio le ofrece la educación formal a los ciudadanos es el de ayudarles a discernir la calidad de los hechos noticiosos. Así, tratándose de hechos sensacionalistas, son los ciudadanos con la más baja escolaridad quienes le prestan más atención a los sucesos y a los hechos sensacionalistas. Las investigaciones realizadas en este campo demuestran también, que las personas con la más baja escolaridad tienen mayores dificultades de diferenciar entre lo que es sensacionalismo y amarillismo. En estos niveles, la curiosidad es un criterio de mayor valor que la credibilidad, como motivo de consumo noticioso. Del círculo vicioso resultante, surgen fuertes vínculos de familiaridad hacia estos hechos que construyen, a su vez, una identificación de “clase” para defenderse, instintivamente de la vulnerabilidad, inherente a la ignorancia.
3. Mis investigaciones demuestran que la mayoría de los hechos noticiosos sobre sucesos afectan más a las clases marginadas que a las clases sociales altas, por tres razones, principalmente: 1) las condiciones de hacinamiento en espacios reducidos y en extremo deteriorados de su hábitat contribuyen a aumentar el nivel de agresividad de sus habitantes; este nivel de agresividad los hace más epidérmicos y a la defensiva ante cualquier estímulo que fácilmente puede ser interpretado como un ataque. Así, al tratarse de una reacción más intuitiva que instintiva en sus niveles de razonamiento, es más fácil que reaccionen a la defensiva ante hechos circunstanciales que asumen como ataques. Estos ataques pueden ser expresados con suma violencia y terminar en los espacios de sucesos de los medios informativos. 2) En estos niveles ambientales altamente degradados, un invisible fenómeno de atracción inercial los mantiene atados a su entorno y estado mental y sin capacidad alguna para cuestionarlos en razón de su propia ignorancia, al punto de hacerles creer que la situación que viven, de orden circunstancial se convierte en definitiva e inexorable. 3) El círculo vicioso resultante reproduce en su interior relaciones sociales interpersonales de clase con sus códigos propios, propensos a la creación de pandillas o de grupos afines que se alimentan de sus propias carencias y los mecanismos que utilizan para mantenerlas, pues nada más que eso poseen. Es como si, entre ellos mismos se consolaran, se auto emularan y se auto anularan.
Una problemática en extremo compleja, que no puede explicarse solamente desde el vórtice de la comunicación (analogonluis@yahoo.es)